¿Cuántas parejas en el mundo tendrán la dicha de celebrar sus “bodas de brillantes”? Uno de esos contados matrimonios es el de Modesta y Enrique, quienes este mes celebran 75 años de casados.
Toda una vida los une en conmovedores recuerdos: el levantamiento de un negocio, dos años viviendo en diferentes países, la pérdida de una hija, su primer vuelo en avión, las visitas al médico. Nada los separa.
Los tlaxcaltecas unieron sus vidas el uno de febrero de 1948. La celebración fue en la iglesia de San Matías Tepetomatitlán, municipio de Apetatitlán. Ese día, con entera devoción a Dios, comenzó una historia de amor, lealtad y compromiso para criar a sus diez hijos.
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Hoy tienen la fortuna de llegar a los 92 y 100 años respectivamente gozando de extraordinaria salud. A pesar del cansado paso de los años, Modesta y Enrique continúan su ferviente costumbre de asistir a la misa dominical; pero ahora, son sus hijos y nietos quienes, del brazo, los acompañan a agradecer un día más de vida.
AMANTES A LA ANTIGUA
La historia de amor de estos tlaxcaltecas nació entre canciones de Pedro Infante, Agustín Lara y Los Panchos. Cuentan, en entrevista para este Diario, que se conocieron en un baile; sin embargo, su relación trenzada por 75 años involucra los boleros más románticos de la época de oro en México.
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Aunque Enrique dedicó su vida al trabajo, nunca dejó de ser un caballero con su esposa y un padre singular: “Le tocaba muchas canciones. Canción que a ella le gustaba, la aprendíamos y la tocábamos”, relata.
Al respecto, Modesta afirma que nunca le faltaron muestras de cariño: “Mi vida ha sido muy tranquila; bajo la confianza vive la seguridad y yo siempre me he sentido segura”.
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Su historia es como de novela, pero con un destino opuesto al de Florentino y Fermina, los personajes de “El amor en los tiempos del cólera”, la novela de Gabriel García Márquez, con la diferencia de que, en el testimonio de Enrique y Modesta, sí logran estar juntos desde su juventud, y no han dejado de estar el uno para el otro, siete décadas y media después.
Ahora, desde su hogar en San Pablo Apetatitlán, la pareja encabeza un árbol genealógico de 39 descendientes entre hijos, nietos y bisnietos.
EL SECRETO DE UN MATRIMONIO FELIZ
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“Nos tratamos con buena voluntad y cariño”, asegura Modesta cuando le preguntamos cuál es el secreto para tener un matrimonio tan duradero.
El trato que han mantenido refleja un enorme respeto y un gran nivel de complicidad. El ser sinceros y no tener secretos entre ellos ha influido en la relación con las parejas de sus hijos.
Para Enrique, jamás ha existido duda de encontrar en Modesta el amor de su vida y cree que la seguridad es por elección, no por casualidad. Como él lo manifiesta frente a su esposa “toda la vida la he querido”.
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Tratando de encontrar la clave de la longevidad y de la duración en el matrimonio, nos enteramos de lo valioso que resulta comer con ingredientes frescos, hacer ejercicio todos los días, ir a misa los domingos y tener un trato optimista, ante todo. Incluso, salir de vacaciones cada año.
Los festejados narraron con emoción que, en sus 50 años de casados, vivieron una nueva Luna de Miel en un viaje de un mes patrocinado por sus hijos. Recorrieron Medio Oriente hasta llegar a Europa; visitaron Tierra Santa, París, Suiza, España, por mencionar algunos emblemáticos destinos turísticos.
Además, los paseos con su familia son muy cotidianos durante todo el año: “Vamos a donde nos lleven”, declaran con satisfacción.
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BODAS DE BRILLANTES
Tres cuartos de siglo de ser marido y mujer se festejaron con una celebración eucarística, que se llevó a cabo en la iglesia donde se dieron su primer “sí”. En ese momento, agradecieron a Dios por los maravillosos años juntos y ante el obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, quien ofició la ceremonia, la pareja renovó sus votos con la misma certeza de la primera vez.
Después, la alegría y efusividad estuvieron en todo su esplendor durante la recepción en su hogar. La compañía fue de sus nueve hijos, 18 nietos y 11 bisnietos, así como sus yernos y nueras.
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Por el absoluto placer de compartir un brindis más, el álbum familiar ahora tiene una nueva fotografía y una crónica de amor más para contar a las siguientes generaciones.
Durante el festejo sonaron sus canciones favoritas; no obstante, hasta la fecha, Modesta y Enrique se dejan arrullar por la mejor música que recuerdan: las risas en familia y el aderezo representado por la conversación alrededor de la mesa.
39 descendientes entre sus hijos, nietos y bisnietos encabeza la pareja residente en San Pablo Apetatitlán
- 1948 Año en que Modesta y Enrique unieron sus vidas ante Dios.
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VOTOS DE AMOR
Julio César Salcedo Aquino, obispo de Tlaxcala, ofició la misa en la que la pareja renovó sus votos con la misma certeza de la primera vez.
Con información de Ruth Padilla