El carnaval de Tlaxcala es una fiesta que denota color, baile y tradición, define el artesano Ricardo Molina Sarmiento, cuya pasión es el arte de tallar madera. Durante 27 años, ha tenido la encomienda, junto a su familia, de elaborar uno de los elementos más característicos de las fiestas carnestolendas: las máscaras.
Lisas, con barba o especiales, son talladas a mano en su pequeño taller situado a quince minutos de la capital tlaxcalteca. Molina Sarmiento representa a la cuarta generación de artesanos originarios de Tizatlán. Su trabajo le ha valido reconocimientos y premios nacionales pero, sobre todo, de quienes se desviven con coloridos atuendos en las plazas públicas. Para esta edición, creó alrededor de 30 piezas, cada una con peculiares rasgos que dan originalidad a los rostros de “españoles y franceses”.
Considera que el arraigo de esta tradición prevalece en el estado, con mayor fuerza en la zona sur, e incluso asegura que la pasión por el carnaval se ha incrementado en los últimos años, especialmente entre los más jóvenes.
Edgar Hernández Cruz, de 30 años de edad, es ejemplo de ello. El originario del “lugar de guerreros vestidos” hace tributo a sus antepasados con majestuosos vestuarios de colores vibrantes y bordados de lentejuela, chaquira y piedras.
Cada año, previo a la Cuaresma, danza en una de las camadas del municipio de Yauhquemehcan, comparsas que se distinguen por sus altos penachos armados de plumas de faisán, gallo y avestruz.
En entrevista para El Sol de Tlaxcala, Hernández Cruz mencionó que durante las últimas dos décadas el traje de las camadas se ha transformado. Recordó que, de acuerdo con los relatos de su abuelo, la indumentaria era más sencilla, de colores opacos y portaban coronas hechas con varas de huihuilán.
En ese sentido, dijo que el carnaval de Yauhquemehcan, esencialmente de su comunidad Tlacuilohcan, actualmente es producto del sincretismo cultural.
Aunque son múltiples los vestuarios y elementos que portan los huehues de Tlaxcala, los elegantes “charros” se distinguen por la hechura de sus máscaras, plumerones, bordado de capas y hasta el tejido de las cuartas.
Policarpo Lara Muñoz, de Papalotla, elabora cada elemento de estos danzantes. Recordó que su familia inició con el tejido de cuartas, las cuales siguen siendo hasta el día de hoy su producto estrella.
Contó que su padre comenzó con esta artesanía hace 30 años, sus dos hijos aprendieron el oficio, y confía que sus sobrinos y nietos continúen con el legado familiar. Con el paso del tiempo ha diversificado sus productos, ahora diseña y elabora totalmente los trajes.
Menciona que algunos clientes, casi de manera inmediata al término del carnaval, comienzan a prepararse para el siguiente año, a cambiar color o sustituir plumas dañadas, nuevo bordado de capa, así como a preparar trajes nuevos, que pueden requerir hasta ocho meses de trabajo.
El carnaval es apasionante y al mismo tiempo doloroso, coincide don Fernando Tetlamatzi Xelhuantzi, oriundo de Contla, quien antes salir a bailar en la plaza pública, se unta alcohol en las piernas para “estar como nuevo” a otro día y continuar con la fiesta.
Reconoce que tras una larga jornada bajo los rayos del sol, suelen brotarle llagas en la boca, pero eso no es obstáculo suficiente para no portar la mascareta por más de 12 horas, “mi cara la ven todos los días, mi máscara de huehue no”, soltó entre risas.
Este año, don Fernando cumple 56 años bailando con pasión en la camada de la Sección Segunda, de Contla de Juan Cuamatzi.
Orígenes
Desde la concepción cristiana, el carnaval marca el tiempo que antecede a la Cuaresma, un periodo de regocijo, desahogo y ruptura del orden social antes del tiempo de ayuno y arrepentimiento.
El Archivo Histórico del Estado resguarda uno de los documentos que marca el año de 1699 como origen de las celebraciones del carnaval de Tlaxcala, periodo en el que se multiplicaron las haciendas de diversos giros, cuyos patrones eran de origen español. Sus continuas celebraciones y banquetes incitaban a que los indígenas tlaxcaltecas codiciaran esa vida llena de comodidades.
En respuesta, los tlaxcaltecas comenzaron a organizar fiestas en las calles, plazuelas y centros de reunión donde imitaban los bailes de sus patrones, satirizando su música, forma de vestir, de hablar y su vida burguesa en general.
Cada uno de los 60 municipios de la entidad tiene una versión de sus danzantes de carnaval, que se identifica por las variantes desde la vestimenta, música, coreografías y las propias escenificaciones que tiene el lugar durante la celebración.
Participación de la mujer
La participación de las mujeres en el carnaval se normalizó a mediados del siglo XX, con base en documentos antiguos, se cree que en épocas anteriores era limitada la incorporación femenil en las camadas y cuadrillas. Incluso parecía existir la idea sádica de que la presencia de las mujeres en el espacio público incitaba a mayores desordenes, por ello, en la actualidad, puede observarse que en algunas regiones de Tlaxcala las camadas se integran por hombres disfrazado de mujeres.
ORIGEN
El carnaval de Tlaxcala tiene sus orígenes en el año de 1699, según el Archivo Histórico.
PARA SABER MÁS…
-La etimología y origen de la palabra carnaval proviene del término italiano ‘carne-vale’, que significa adiós a la carne y hace alusión a la despedida de los placeres.
-La reina de carnaval representa el pecado de la carne.
-Los carros alegóricos, además de ser parte de una representación, ayudan a contar historias.
"El carnaval es apasionante y al mismo tiempo doloroso"
Fernando Tetlamatzi
CONTINÚA LEYENDO