CANNES. Las películas de apreciados veteranos como el británico Ken Loach y el español Pedro Almodóvar dominaron la competición de ayer en que se registraron además más estrenos de filmes interesantes en otras secciones del certamen.
El mayor impacto lo causo Ken Loach con su filme Perdón por no haberlos encontrado. El octogenario realizador se encuentra en su mejor momento ya que esta su última producción resultó ser una obra de gran potencial humano a través de una temática varias veces tratada en el cine de este realizador, aquella de las clases obrera y media, y de sus intentos para salvar sus empleos y dignidad dentro de una sociedad donde el neoliberalismo arrasa con todo.
La historia de una familia donde el padre, chofer en una compañía y la madre trabajadora social tratan de guardar a la vez sus precarios empleos y la unidad de su familia que cuenta de una niña y de un hijo rebelde, ofrecen la ocasión a Loach y a su regular guionista Paul Laverty de profundizar con renovada eficacia y humanismo en un tema que uno consideraba ya agotado a lo largo de todas las películas anteriores de este realizador. La empatía y la identificación del espectador con los problemas de los personajes cuentan por mucho en este filme.
Almodóvar por su lado emprende un viaje de su itinerario personal y artístico en Dolor y Gloria, donde a través del personaje de un afamado director de cine interpretado por su antiguo colaborador, el actor Antonio Banderas, el realizador español se atreve a un balance sincero, casi desgarrador de su vida y su obra de cineasta.
Ambientado en medio de una crisis creadora y de salud de este realizador que sin duda está plasmado a partir del mismo Almodóvar la película resulta ser abiertamente y sin tapujos, hasta en detalles delicados, un examen de profundidad del realizador español.
Tratándose de dos filmes que por el momento se sitúan a la cabeza de la selección competitiva resulta interesante anotar una notable diferencia en la manera en que estos dos excelentes cineastas se acercan a sus respectivas temáticas. Loach, a pesar de ser británico juega más la carta de la empatía buscando la adhesión emocional del espectador mientras que el latino Almodóvar, a pesar de su temática abiertamente autobiográfica se muestra más reservado buscando la observación y el entendimiento del espectador más que su participación emocional y la empatía hacia el mismo cineasta manchego y su sustituto en la película.
A un similar viaje personal se dedica el buen documentalista chileno Patricio Guzmán quien hace un balance de su vida de exiliado en La Cordillera de los sueños -presentada fuera de competencia-, que completa la trilogía iniciada con La nostalgia de la luz y con El botón de nácar, ambos filmes dedicados al igual que la Batalla de Chile a las heridas de su país natal por el régimen de Pinochet.
La competición se completó con el interesante filme Little Joe con el que la austriaca Jessica Hausner accede a la competencia de Cannes con una película que, en el límite de la ciencia ficción situada en un futuro distópico, reafirma los dotes de esta realizadora quien ha demostrado en el pasado reciente su inclinación por un cine donde el realismo se mezcla de manera eficaz e inquietante a lo sobrenatural y lo irreal -Lourdes 2009, Hotel 2004, estrenadas en Cannes y en el festival de Venecia.
Anotaremos en breve por falta de espacio entre el resto de las interesantes películas estrenadas hoy dos filmes dirigido por mujeres, Canción sin nombre, primera obra de la peruana Melina León sobre el robo de niños indígenas por traficantes (15a de Realizadores) y Papicha de Mounia Meddour sobre la opresión de las mujeres argelinas.
De acuerdo a fuentes fidedignas la directora de Imcine María Novarro fue llamada de regreso a México horas antes de sus programadas reuniones con altos directivos cinematográficos del viejo continente- el presidente de Cannes Pierre Lescure, el director del festival de Berlín, Carlo Chatrian entre otros-para debatir de los lineamientos de las nuevas políticas de Imcine a nivel de sus relaciones internacionales.
Parecería que en altas esferas políticas del país no están conscientes del daño que hacen tales decisiones a la imagen del cine mexicano en el ámbito internacional.