Desde antes de 2019, el ícono de la llamada Generación de la Ruptura, Vicente Rojo, ya se había planteado exponer en el Museo de Arte Moderno (MAM) una retrospectiva que reflejara los cerca de 70 años de su carrera como artista plástico y diseñador.
No obstante, la pandemia irrumpió en el flujo de la vida y los preparativos para esa exposición tuvieron que suspenderse. Además, el deceso de Rojo sorprendió al mundo de la cultura mexicana apenas el año pasado. Sin embargo, la promesa de exhibición siguió en pie y hoy es una realidad, que ya puede ser visitada en las instalaciones del MAM, la exposición Vicente Rojo: La destrucción del orden, abrió el pasado 11 de agosto y permanecerá hasta el 5 de febrero.
Destruir para crear
La muestra antológica, con alrededor de 360 obras, provenientes de 44 colecciones públicas y privadas, está dividida en núcleos temáticos que revelan las principales preocupaciones estéticas en la carrera de Vicente Rojo. Siendo, así, la primera retrospectiva del artista que no se realiza de manera cronológica o que toma como base alguna de sus conocidas series pictóricas, según comentó Pilar García, curadora de la exposición.
La especialista también explicó que el nombre se debe al proceso de trabajo característico de Vicente Rojo, mismo que intentó reflejar en una serie de cuadros en gran formato durante la década de los 60. Éstos están presentes al inicio del recorrido y suponen la ruptura de un orden previo para la construcción de uno nuevo.
“El Vicente Rojo que se quiere presentar es el Vicente Rojo que tiene el reto de construir algo nuevo, el de crear un nuevo lenguaje desde lo que está establecido dentro de la pintura. Porque me parece que a partir de entonces Vicente Rojo logra ser quien es y logra hacer un lenguaje distinto a lo que se estaba haciendo en México”, precisó la curadora durante la apertura de la muestra.
Y agregó que esta exposición es un retrato de un artista mucho más experimental, que utiliza diversos materiales para su creación, que buscaba escapar del orden que lo había formado como artista, y para quien pintar era, antes que nada, un juego.
Geómetra, pensador del lenguaje, arquitecto y más
Si bien la exposición recopila la obra del artista desde sus destellos más tempranos, se hace hincapié en el momento en que éste viró su quehacer creativo de lo figurativo a lo geométrico. Esto sucedió durante 1964, año sabático en que se estableció en Barcelona para repensar su producción, cambiando así su estilo por uno que suele relacionarse con el pop art estadounidense, y que dio como resultado sus primeras obras geométricas.
Rojo siempre se mostró como un pensador y crítico del lenguaje. Es por eso que se exhiben varias piezas que pertenecen a sus estudios pictóricos y geométricos sobre alfabetos, códices y otros tipos de escritura. Sobre este ámbito, también se pueden apreciar parte de los trabajos más significativos de la obra de Rojo como editor en diseño de libros de grandes autores, entre ellos José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Coral Bracho y Miguel León Portilla.
De igual modo, se pone en evidencia el gran interés del escultor por la arquitectura, la cual alimentó gran parte de sus obras. En ella, desde muy temprano, pudo identificar la omnipresencia de la geometría y la reflejó en un conjunto de cuadros que recuerdan al trabajo del mexicano Gunther Gerzo. Esto sin mencionar el extenso número de esculturas en gran formato que Vicente Rojo realizó para la obra pública en Ciudad de México, Guadalajara y Quintana Roo, las cuales son representadas con maquetas y bocetos del creador.
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También está presente el hecho de que Rojo pensaba en la memoria como objeto de creación. El visitante podrá ver algunas de sus series pictóricas que lo remontan a los tiempos escolares del pintor, las dolorosas memorias de la Guerra Civil en su natal España y el intento obsesivo de pintar el recuerdo de una lluvia que lo impresionó durante una visita a Tonantzitla, Puebla, y que dio como resultado la famosa serie de cuadros de variación óptica México bajo la Lluvia.
La última sección del recorrido se compone por los “homenajes” o agradecimientos que hizo Vicente Rojo a varias personalidades de la cultura, entre ellos el historiador, pionero del estudio del arte prehispánico, Paul Westheim y Lewis Carrol, autor de Alicia en el país de las maravillas. En este apartado destaca la serie de “autorretratos” creados por el artista a partir de 2016, con la suma de los objetos y herramientas que lo acompañaron durante toda su vida y que hacen referencias a momentos claves de su biografía.