Escuchar o leer al periodista Héctor de Mauleón siempre resulta en una gran sorpresa por su obsesiva pasión de historiador compulsivo y su privilegiada memoria, con la que es capaz de invocar con gran precisión los datos más insólitos de los ayeres de la Ciudad de México. Es casi como si tuviese el poder de materializar el pasado cada vez que cuenta una historia o que sale a vagabundear por las calles tratando de entender su lenguaje.
Y, por si fuera poco, su interés no sólo se detiene en los sucesos grandilocuentes y políticamente significativos de la historia en la capital del país, sino, también, en los más “ínfimos” y cotidianos, dándoles su requerido y justo lugar dentro de la infinita cadena del devenir citadino. Cifras y anécdotas que de otra manera podrían permanecer perdidas si no hubiese gente, como él, revisando constantemente las fojas de periódicos antiguos, y libros en bibliotecas.
Una de esas historias de la vida popular, la recuperó bajo el título “Desfile de ovnis”, dentro de su serie de libros de crónicas “La ciudad oculta. 500 años de historias”. Es un breve escrito que narra lo que el mismo De Mauleón califica como, tal vez, la cosa “más extraña” de todas las que han sucedido en el Paseo de la Reforma, cuya construcción fue ordenada por el emperador Maximiliano de Habsburgo durante la segunda mitad del siglo XIX.
Se trata de la vez que el 1 de octubre de 1965, cerca de 20 mil personas se congregaron en la histórica avenida para despedirse de una gran flotilla de naves extraterrestres que partirían de la Tierra desde una de las venas de tránsito más importantes de la ciudad, un hecho que Héctor de Mauleón encontró entre las páginas del periódico “El Universal”, firmado por el periodista Ariel Ramos.
Con lujo de detalle De Mauleón, cuenta que este suceso insólito tuvo lugar luego de que una persona aseguró en televisión haber tenido contacto con un grupo de alienígenas, que le contaron sobre sus planes, lo cual creó gran psicosis entre la población que, según las fuentes del cronista de la ciudad antigua, reportó un sinnúmero de avistamientos de ovnis, aunque en realidad quienes estuvieron en Reforma sólo se la pasaron con la vista en el cielo o echando relajo.
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Algo que llama la atención de esta crónica de De Mauleón es que la narración de este hecho en específico se vuelve a su vez en el pretexto perfecto para confeccionar, humorística e ilustrativamente, algo así como una suerte de brevísima historia de los avistamientos de Ovnis en México, ya que se remite también al primer registro histórico de un contacto del tercer tipo en nuestro país, reportado por un taxista que fue llevado a conocer Venus por extraterrestres en 1953.
Heredero de la tradición cronística de nuestro país —género que según Alfonso Reyes fundó nuestra literatura hispanoamericana— Héctor de Mauleón en sus libros recupera varias anécdotas similares a éstas en las que aparecen fantasmas que recorren Garibaldi, se reviven las primeras presentaciones de lucha libre o se manifiestan viejos dolores y pasiones que llamaron la atención de multitudes.