El 29 de abril de 2017, Rosa Montero iba de camino a Málaga para ofrecer una plática en un club de lectura cuando el tren en el que viajaba se detuvo entre una estación y otra.
“Levanté la cabeza y vi un paisaje horrible, ese balcón espantoso pegado a las vías con un cartelito anunciando que estaba en venta. Me dio una pena porque dije: ‘Pobrecito no va a vender ese piso espantoso nunca’. Ahí es donde se me levantó la ficha y dije: ‘¿y si hubiera un personaje que bajara y volviera?’. Me emocionó tanto esa idea que cuando llegué al club de lectura les dije que estaba segura que esto iba a ser el comienzo de una novela; y tres años después ahí está”.
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La buena suerte fue el título que la autora española eligió para nombrar esta obra, una historia sin narrador aparente que tiene como su protagonista a Pablo, un hombre “que ha sido herido por el rayo de la desgracia, que ha tenido una catástrofe personal inesperada y que le ha roto los huesos del ánimo y que se confina en una casa ubicada frente a las vías del tren en Pozonegro.
“Cuando se baja de ese tren se baja de su vida y se queda en esa casa espantosa viendo pasar trenes, que son un símbolo evidente de la vida, viendo pasar la vida por delante, pero él se ha quedado fuera; de hecho sin nada, ni siquiera tiene palabras para explicarse ni explicar nada a nadie. Y a partir de ahí tiene que reconstruir su vida nuevamente”.
Antes de llamarse La buena suerte, la novela tenía por nombre El silencio. Pero un personaje “luminoso” llamado Raluca apareció en la mente de Rosa Montero “y se comió la novela”, dijo la autora durante una plática que realizó con la conductora Mariana H como parte de las actividades de la edición 2020 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FILG).
“Me fue contando su historia y me empezó a fascinar su manera de narrar. En un capítulo ella explica su propia vida, por un lado de manera tan inocente y por otro de forma tan sabia; es ahí cuando habla de la buena suerte y la novela se llamó así, todos los personajes y yo misma nos enamoramos de ella”, contó la escritora.
Aunque la novela terminó de realizarla en enero, semanas antes de que detonara la pandemia de la Covid-19, el lector podrá encontrar algunas coincidencias de la historia con la realidad actual, pues el personaje principal “se pasa toda la maldita novela usando toallitas desinfectantes y vive confinado, aunque su razón tiene que ver con el efecto causado por el rayo de la desgracia que le ha tocado.
“Y es lo que nos está pasando ahora: ese imprevisto absoluto que nos ha caído encima y que ha sido insoportable para muchos. Hay mucha gente que ha perdido a personas cercanas sin poder ni siquiera despedirse, son dolores grandes y difíciles de digerir. Además de todo lo que queda de la resaca económica; se nos ha desvaratado la vida y tenemos que reconstruirla”, comentó.
Dijo que ese viaje que está haciendo el protagonista es uno que tenemos que hacer todos. "La buena noticia es que al menos en mi novela lo consigue, esperemos que nosotros también; creo que sí porque somos unos animales de una capacidad y tenacidad de supervivencia y adaptación increíble”, concluyó.