Ante los tiempos violentos, de desigualdad y división que enfrenta el mundo contemporáneo, la obra “Matteo Ricci”, escrita por Luis de Tavira, se presenta en el Teatro del Bosque Julio Castillo como un llamado de unidad entre los pueblos.
Se trata de una puesta en escena multidisciplinaria que pone en relación la historia del misionero italiano jesuita Matteo Ricci o Li Madou, quien en el siglo XVI en búsqueda de evangelizar se integró a la comunidad china, y la vida de los sacerdotes jesuitas Joaquín César Mora y Javier Campo Morales, asesinados en 2022, en Cerocahui, comunidad tarahumara que buscaron apoyar y proteger.
“Matteo Ricci fue el cartógrafo que dibujó el primer mapamundi con China al centro, que es lo que significa el nombre de ese país, ‘la bóveda de en medio debajo de la bóveda celeste’. Algo importante porque donde está tu axis mundi, ahí está tu tesoro y ahí está tu corazón. La superación de este cartógrafo de las representaciones del mundo eurocentrista, sacudió la cultura occidental.
“Este hecho implicó el concepto usado por los jesuitas de entonces de ‘la acomodación’, que es un término teatral sobre el punto de vista y el lugar en el que te acomodas para cambiar la manera de ver. Es algo que han vivido muchos misioneros, como estos sacerdotes jesuitas que vivieron la tragedia de su asesinato, pero que se volvieron rarámuris para comprender y ayudar a una cultura en resistencia, pueblos secuestrados por el crimen organizado, atrapados en una pobreza intolerable”, explica Luis de Tavira, en entrevista con El Sol de México.
CONCIENCIA HISTÓRICA
La obra pone en contacto el pasado con el presente, no sólo a través de la narración de ambas historias, sino que al hacer manifiesta la necesidad de hacer teatro como medio de discusión social en el siglo XXI, pone de manifiesto el valor de los hechos sucedidos y su resonancia en el presente.
“La construcción de la conciencia histórica es indispensable para cada momento social, la cual no se trata de la simple acumulación de información sobre sucesos pasados. Construir memoria tiene como objetivo central el futuro, cuando hacemos memoria nos preguntamos sobre qué de todo ha quedado, qué de hoy va a quedar y qué va a pasar entonces con ello.
“Por ejemplo, lo que estamos viviendo hoy en el mundo, sucumbiendo una vez más a las absurdas guerras, algunas de religión entre el islamismo y el judaísmo. ¿Hemos convertido a Dios en la disputa, en la discordia y en la razón de la matanza?; o también este estar en un mundo manipulado por la información al servicio de una estructura de poder. Todo ello es la crisis de la conciencia, que me hace plantearme de nuevo la urgencia y necesidad del teatro”, agrega el también actor y director, quien menciona que la obra original no contemplaba la historia de los sacerdotes asesinados, sino hasta que sucedió la noticia de sus muertes.
En este sentido, De Tavira hace referencia a la enseñanza que dejó Matteo Ricci, como un misionero “particular”, que, a diferencia de otros evangelizadores, no llegó acompañado de conquistadores ni con intereses colonialistas, sino con el deseo de aprender y comprender a una cultura desconocida, que terminó por considerarlo su huésped de la dinastía Ming.
“La aventura que nos legó Ricci se puede resumir en su propuesta de algo sumamente necesario para la universalidad, la amistad de las culturas. Las culturas nos ponen en evidencia la tremenda y abismal diferencia entre unas identidades frente a otras; pero reconocer que podemos ser amigos, mucho más que simplemente socios de un mercado global o aliados de una geopolítica, nos muestra un camino viable para la sobrevivencia de lo humano”.
OBRA MULTIMEDIA
Jorge Arturo Vargas, codirector de la obra, menciona que la puesta en escena cuenta con múltiples lenguajes escénicos en los que se combina la danza, la música en vivo y el canto coral compuesto exprofeso para ésta; pero también por el uso de tecnologías digitales, como proyección de imágenes y producción de video en tiempo real.
Como una característica importante, ambos directores señalaron la importancia del uso de máscaras dentro de la obra, con las cuales 10 actores llegan a interpretar alrededor de 30 personajes, entre ellos niños, militares, religiosos, los mismos protagonistas y muchos más
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“La máscara es un objeto de alta densidad en el teatro, porque es el material con el cual un actor puede transmutar solo con el hecho de portarla. El lenguaje de la máscara siempre está sujeto a la configuración de una imagen cristalizada y es el actor quien le infunde vida. En el caso estos personajes están signados por su diversidad, en una amplia gama de máscaras orientales y máscaras occidentales en diálogo”, menciona Jorge Arturo Vargas.
De Tavira apunta que esta puesta en escena es la culminación de una trilogía en la que rescató las historias de religiosos jesuitas que fueron determinantes para sus épocas. Él primero fue el historiador y filósofo Francisco Javier Clavijero, considerado precursor del indigenismo y principal exponente de la Ilustración en la Nueva España; mientras que el segundo fue Pierre Teilhard de Chardin, paleontólogo que aportó importantes interpretaciones del evolucionismo teleológico.
“Matteo Ricci”, se presenta de jueves a sábado a las 19:00 horas, y domingos a las 18 horas, hasta el próximo 3 de marzo.