El óleo “Naturaleza muerta”, de Rufino Tamayo, no encontró comprador en la subasta de arte latinoamericano de la casa Morton Subastas. A pesar de ser la obra central del remate y la amplia difusión que se hizo sobre la pintura fechada en 1935, se quedó sin venta. Su precio estimado era de entre 30 y 50 millones de pesos.
Mientras que la otra obra de Tamayo en el catálogo, “La vendedora de fruta”, fechado en 1938, se vendió en siete millones 500 mil pesos, por debajo de su precio de salida estimado entre ocho y 10 millones de pesos.
La expectativas de los rematadores eran altas en ambas pinturas, pues contienen una suerte de resumen de todas las características estéticas de Tamayo, desde su gama cromática hasta su interés por la cultura mexicana y su herencia precolombina.
"Vemos la cuestión cromática, el color y la figura de las sandías que eran para él un símbolo desde su infancia, porque representan la cultura mexicana y la cuestión mexicana para él era algo primordial. Es un cuadro en colores rojos y básicamente se puede decir que es un bodegón, pero no el clásico sino que tiene un mezcal, la fruta fresca, el pescado. Es un bodegón que representa lo que él veía de México", describió Fernanda Serrano, especialista en arte moderno de Morton Subastas durante la presentación de las obras.
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La pintura pertenece a la colección de Lorenzo Zambrano y se ha expuesto en el Museo de Arte de Nagoya, Japón, en 1993; también en el Museo de Arte Moderno de Kioto en 1994. En México, estuvo expuesta en el Centro Cultural de Arte Contemporáneo en 1996. Además ha pertenecido a las colecciones de Edward Chodrov, en Beverly Hills, y la de Fanny Brice, en Los Ángeles.
De las piezas vendidas destaca "Autorretrato con modelo", firmado por Ángel Zarraga en 1944, que se vendió en siete millones de pesos, un millón más de su precio estimado. Además de una pieza de la artista cubana Loló Soldevilla, que consiguió 443 mil 520 pesos.