En algunos pueblos prehispánicos mantenían la creencia de que todo ser humano poseía un espíritu animal.
Este espíritu confería ciertas cualidades a la persona. Así, si una mujer había nacido con espíritu de águila, podría albergar una vista más desarrollada.
En el caso de la leyenda del nahual del Estado de Tlaxcala, ubicado al centro de México, se dice que éste era también un brujo con poder para convertirse en animal. Una noche dominada por la quietud, marchaba un grupo de cazadores en busca de alguna presa en los bosques del actual municipio de Chiautempan.
Los arboles parecían inertes, apenas se oía ruido alguno, salvo el temible movimiento de algo que se esconde entre los arbustos. Exhaustos de no encontrar ningún animal, los cazadores avanzaban lentamente. De repente, algo despertó su letargo.
Allá, a lo lejos avistaron la figura de un enorme perro negro que los miraba fijamente. El perro nada hacía; permaneciendo estático, como si de estampa se tratase.
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