Cuahuixmatlac, ubicado a las faldas del La Malinche y a escasos kilómetros de la cabecera municipal de Chiautempan, es un poblado de relevante importancia histórica para el municipio sarapero, pues de ahí provienen sus primeros fundadores, quienes llegaron a la comunidad en 1378.
La historia cuenta que años después, una intensa tormenta, que causó severos estragos, obligó a los antiguos pobladores de Cuahuixmatlac a abandonar sus hogares y habitar tierras más bajas, dando origen a los seis barrios que, más tarde, conformarían Chiautempan.
Uno de los personajes más sobresalientes de este histórico pueblo es Bartolomé Elayotzin, quien en 1528, junto con Cuatianquiz y Diego Martín Tzontlimatl, señores de los poblados de Tetlahnocan y Tlalcuapan, realizaron el lindero de sus tierras en un paraje de La Malinche, cuyo lugar actualmente lleva el nombre de Tres Cruces.
Tras su muerte, en 1530, su hijo cumple la voluntad de su padre y dona las propiedades al santo patrono San Bartolomé y a su pueblo.
LUGAR DE CULTO A TOCI Y MATLALCUEYE
Dentro del antiguo templo del lugar, dedicado al Apóstol San Bartolomé, se encuentra la estructura de un adoratorio a Toci, a quien los naturales tenían como deidad principal y a Matlalcueye, como diosa del agua, rindiéndoles culto a través de rituales, algunos de ellos, se cree que con sacrificios humanos.
Diosa de los textiles, de la salud, de los temazcales, de las parteras, de los tejedores y de la madre tierra, entre otros, son algunas de las connotaciones que tenía ésta deidad prehispánica.
De acuerdo a datos proporcionados por el historiador Jesús Cortés Ihuilcantzi, los primeros pobladores de origen teochicimecas y olmecas chicalancas, se asentaron a las faldas de la Malinche en el año de 1378, fundando así ese pueblo prehispánico.
Tras la llegada de los españoles a tierras tlaxcaltecas, en 1525 fray Martín de Valencia llegó al sitio para iniciar la evangelización, por lo que decide destruir el basamento piramidal donde se veneraba a la diosa prehispánica Toci para construir con las mismas piedras, la primera ermita donde colocó una imagen de la virgen de Santa Ana.
La palabra Cahuixmatlac proviene del náhuatl “cuahuitl” (árbol o palo); “ixco” (frente o sobre) y “matlactli” (diez), que quiere decir “frente a los diez árboles”.
LEYENDAS
1 Escondite de Fray Martín de Valencia.-
En el fondo de una barranca de San Bartolomé, ubicada a escasas cuadras de la cabecera municipal, se encuentra una pequeña cueva, en la que según versiones de los pobladores, fray Martín de Valencia, ofició las primeras misas en la región en 1524.
2 El gato de San Bartolomé.-
La imagen de San Bartolomé, patrono de Cuahuixmatlac, es representada pisando a un gato, y esto por la creencia de que el diablo se esconde en el cuerpo de un felino. La leyenda dice que cuando suceden cosas malas en el poblado, seguramente es porque el diablo se le escapó al santo patrono.
Preservan su pasado en museo comunitario
Sabedores de la gran riqueza histórica que existe en su comunidad y con la finalidad de darla a conocer tanto a propios y extraños, habitantes de Cuahuixmatlac e integrantes de la mayordomía abrieron recientemente un pequeño museo, en el que se exhiben piezas de índole religiosas y prehispánicas.
Fue así que, con la iniciativa de Desiderio Pérez Morales, se montó una pequeña galería que se encuentra junto a la sacristía de la iglesia vieja; en ella, se pueden apreciar partes del viejo retablo bellamente tallado en madera; una imagen de San Bartolomé del mismo material, algunas piezas que anteriormente adornaban el centro de culto católico.
10 años tiene que fue descubierta una pequeña imagen del dios Tlaloc, que se exhibe en el patio de la portería
Conflicto religioso dividió al pueblo
Durante más de 20 años existieron diferencias entre los pobladores ante la edificación de un nuevo templo en honor a su santo patrono, ya que la existente, construida originalmente por fray Martín de Valencia resultaba pequeña para la población del lugar.
Incluso los que estaban a favor del nuevo centro de culto católico eran llamados “tipaneros” y a los que estaban en contra eran apodados los “cornudos” o “contrarios”.
El divisionismo llegó a tal grado que hasta existió un transporte público para cada grupo comenta Delfino Esteban Cuatianquiz, habitante de la comunidad, “hasta entre las familias hubo un distanciamiento por la construcción de la nueva iglesia (…) pero finalmente, pese a las diferencias, se logró construir el nuevo templo a San Bartolomé, agregó.
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