Frida Kahlo y Miguel N. Lira llevaron una amistad entrañable de la cual ahora somos testigos gracias a las cartas entre ambos y las pinturas que se exhiben en el Museo de Arte de Tlaxcala (MAT); sin embargo, poco se ha difundido sobre la relación entre estas dos figuras del arte mexicano.
Es por ello que El Sol de Tlaxcala platicó con Donovan Herrera Santillán, especialista en Lengua y Literaturas Hispánicas e investigador de la vida y obra de Miguel N. Lira, quien compartió algunos detalles al respecto.
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LOS CACHUCHAS
De acuerdo con el investigador, Kahlo y Lira se conocieron entre 1919 y 1922, cuando el tlaxcalteca estudiaba en la Escuela Nacional Preparatoria, quien junto con otros amigos visitaban a las alumnas de la Escuela Nacional de Profesoras, de la que Kahlo formaba parte para después ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria, que fue donde finalmente ambos coincidieron en el grupo estudiantil Los Cachuchas.
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“Va a ser un vínculo muy importante no solo en términos amistosos, sino intelectuales, porque entre ellos se compartirán conocimiento y diferentes experiencias. Este grupo de Los Cachuchas se va a caracterizar como un grupo rebelde, pues ellos mismos decían que iban en contra de quienes detentaban el poder; sin embargo, estaban conscientes del periodo revolucionario por el que atravesaba el país y ellos asumieron la labor de crear cultura y desarrollar nuevas ideas”, explicó Herrera.
Tras sus años preparatorianos, Lira y Kahlo mantuvieron su amistad, lo cual se constata en las cartas que la pintora enviaba al escritor, y que muestran la cercanía entre ambos.
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“Hay momentos en los que Frida le dice a Miguel que no se olvide de ella, e incluso Miguel es el intermediario cuando surgen conflictos amorosos entre Frida y Alejandro Gomez Arias cuando él se va al extranjero, por lo que podemos decir que se trataba de una relación muy estrecha”, precisó.
RECUERDOS PREPARATORIANOS
En el Museo de Arte de Tlaxcala, en una sala especial, se encuentran diferentes objetos que hablan sobre la relación entre los artistas, como es el caso de una tabla con grabados entre los que destaca la firma de la propia Frida junto con un pequeño autorretrato.
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“A Lira le gustaba conservar recuerdos de las personas que él estimaba, y un ejemplo es la tabla que está expuesta en el museo, donde están grabados mensajes de afecto. Entre ellos destaca el de Frida Kahlo, que es particular porque ocupa un espacio amplio en relación con los otros mensajes, y tiene esta peculiaridad donde Frida se ilustra con la cachucha en recuerdo de esos años preparatorianos. Aquí vemos esta fraternidad donde vamos a encontrar apodos como Mike y Chong Lee, que ella le dio a Lira porque tanto a ella como a Miguel les gustaba la literatura oriental”, precisó Herrera Santillán.
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LAS PINTURAS
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De entre las pinturas que Kahlo obsequió a Miguel Nicolás Lira a lo largo de su vida destaca el retrato del escritor -fechado en 1927- que, de acuerdo con Herrera, fue una petición especial de Lira a Frida Kahlo.
“Por las cartas sabemos que a Frida no le gustaba cómo quedaba el retrato, pero finalmente sí lo terminó e incluyó elementos cercanos que nos dicen mucho de Lira. Por ejemplo la guayaba, en alusión a su segundo poemario; el libro abierto que dice “tú”, que sería su primer poemario; la r de Rebeca, que es el nombre de la esposa de Lira, y el 19 que corresponde a la letra r en el abecedario y también se dice que es la edad que Rebeca tenía cuando Miguel la conoció”.
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Además de estos elementos, se encuentran en este retrato una campana en alusión a la Basílica de Ocotlán, así como un caballo y una muñeca que dan a la obra un aire de misterio, así lo explica Donovan Herrera.
“Es enigmático porque la gente dice ‘bueno, ahí tenemos al Caballito Blanco y la Muñeca Pastillita’; sin embargo, la Muñeca Pastillita es de 1942 y el Caballito Blanco de 1943, entonces cómo es que se pudieron haber anticipado estos elementos. Una hipótesis es que Miguel se inspiró en los elementos que pintó Frida para hacer en años posteriores sus obras infantiles, y otra idea, que es la más enigmática de todas, es que hay un periodo en el que Miguel empieza a dibujar, pues él lo dice en una autobiografía”.
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Sin embargo, de acuerdo con Jaime Ferrer, autor del prólogo del libro “Miguel N. Lira, obra poética 1922-1961”, de Jeanine Gaucher-Morales y Alfredo O. Morales, sería la exesposa de Diego Rivera, Angelina Beloff -quien también sería la subordinada de Lira en los Talleres Editoriales de la SEP- la verdadera autora del “Retrato de Miguel N. Lira”, e incluso de la muñeca de trapo que se conserva en el MAT se le atribuye la autoría a la artista rusa.
TLAXCALA EN LA OBRA DE KAHLO
Otras de las pinturas en el MAT muestra un paisaje provinciano, que desde el punto de vista del investigador Donovan Herrera puede tratarse de Tlaxcala.
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“No hay en las cartas alguna mención de la visita de Frida a Tlaxcala, pero sin duda debió conocer el estado a través de las palabras de Miguel o de lo que escribía sobre Tlaxcala que se ve reflejado en su literatura; es por ello que en esa pintura podemos estar observando la iglesia de San José”, indicó.
Ambas figuras del arte nacional compartieron amistad y proyectos profesionales como la creación del Seminario de Cultura Mexicana, y ambos desde sus disciplinas artísticas son parte esencial de la construcción cultural de la nación en el siglo XX.
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RETRATO
De entre las pinturas que Kahlo obsequió a Miguel Nicolás Lira a lo largo de su vida destaca el retrato del escritor -fechado en 1927- que, de acuerdo con Herrera, fue una petición especial de Lira a Frida Kahlo.
Donovan Herrera Santillán, Especialista en Lengua y Literaturas Hispánicas
Hay momentos en los que Frida le dice a Miguel que no se olvide de ella, e incluso Miguel es el intermediario cuando surgen conflictos amorosos entre Frida y Alejandro Gomez Arias cuando él se va al extranjero, por lo que podemos decir que se trataba de una relación muy estrecha”
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1927 año en que está fechado el retrato de Miguel N. Lira del que se atribuye la autoría a Frida Kahlo
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