Al ritmo de una de las canciones que más le gustaban, The House of the Rising Sun, la misma que hizo popular en 1964 el grupo británico The Animals, amigos y familiares del escritor José Agustín, ícono de la llamada Literatura de la Onda, recibió un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes, a un mes y 9 días de su fallecimiento.
Frente a una enorme foto de un joven José Agustín, la ceremonia se llevó a cabo en el vestíbulo del máximo recinto artístico del país, con la urna de las cenizas del autor de las novelas La Tumba (1964) y Se está haciendo tarde (1973).
ROMPER LA NORMA
“Estilísticamente creo que nos dejó un legado impresionante, fresco y original. Ojalá que lo sigamos acompañando con la lectura de sus maravillosos textos, de por vida. Lo amé mucho, intensamente, y creo que él a mí también. Doy gracias por todo y gracias a ustedes, en verdad, pues hubiera estado muy feliz de vernos reunidos en torno a él”, expresó la viuda del José Agustín, Margarita Bermúdez, quien permaneció a su lado hasta los últimos momentos de su vida.
Durante la ceremonia también participaron los hijos del autor de El rock de la cárcel (1986): Andrés, Jesús y Agustín Ramírez Bermúdez, quienes recordaron a su padre como una persona apasionada por la literatura, el arte, la música y la crítica.
“Romper la norma, tirar el sistema, subirle al volumen, buscar la poesía, ser audaz, tirar el I Ching, fueron sólo algunos de los preceptos que vi cómo practicaba. Para alguien que vivió pensando que su trabajo no era reconocido del todo, que se vio obstaculizado por otros del viejo mundo, queda claro, con tantos amigos cerca, que su obra fue apreciada por muchos otros leales y silenciosos. Su palabra llegó más lejos porque escribió desde el fuego, desde un lugar innombrable, desconocido para nuestra razón”, dijo Andrés Ramírez Bermúdez, hijo del escritor.
RENOVADOR DE LA LITERATURA MEXICANA
La ceremonia contó con la participación de escritores que conocieron a José Agustín, entre ellos la Elena Poniatowska, quien señaló que éste se habría sorprendido de semejante homenaje por parte de las autoridades, ya que siempre fue con “contestatario”, que cambió la literatura mexicana.
“Él trajo un aire nuevo a la literatura mexicana, introdujo la antisolemnidad y la buena onda, que proviene no sólo del regalo y la risa y del rock, sino de la solidaridad. […] Cuautla y la Ciudad de México, ya no serán lo mismo sin José Agustín, él las llenó por completo, al lado de su mujer y sus hijos”, expresó la escritora del libro La noche de Tlatelolco.
De los escritores que entablaron amistad con José Agustín, expresaron unas palabas los poetas Elsa Cross y Alberto Blanco, quienes compartieron anécdotas vividas él, desde su participación en el histórico taller de literatura de Juan José Arreola, hasta conferencias impartidas por el homenajeado a uno de sus máximos referentes, la Generación Beat.
“Considero que sus libros, que son siempre ágiles, divertidos y profundos son sólo parte de su legado. Otra parte muy importante es la actitud, el gesto que lo llevó a escribirlos, una conciencia crítica, que hoy se necesita más que nunca, sobre todo entre muchos jóvenes que siguen pasivamente cualquier moda y no sólo jóvenes”, dijo Elsa Cross.
ROCK MELANCÓLICO
La ceremonia finalizó con las guardias de honor en las que, aparte de su familia y quienes tuvieron el micrófono, se sumaron figuras destacadas de las letras mexicanas, entre ellos la escritora Fernanda Melchor, Rosa Beltrán, José Gordon, Juan Villoro, Joaquín Diez-Canedo. Así como de funcionarios de la secretaría de Cultura, como Alejandra Frausto, quien también destacó la importancia del escritor acapulqueño por convicción.
En tonos graves y un tanto melancólicos, pero de gran sabor rockero, la música estuvo a cargo de los integrantes de la banda La Barranca, que interpretó un arreglo en rock de la “Gnossienne núm. T1”; las canciones de José Manuel Aguilera Máscara de Relámpago y Cuervos y la mencionada The House of the Rising Sun.