Después de salir del Teatro Bolshói, y después de presenciar una obra que me pareció impactante, me hizo reflexionar sobre muchas cosas, una de ellas, que es el momento preciso para levantar la mano y solicitar la dirección técnica de la Selección Nacional.
Países poderosos como Rusia, donde me encuentro ahora con motivo de la Copa del Mundo, tienen una historia que ubica a cada héroe en su sitio, y esto hace pensar en la necesidad de que todos los países demos el valor y la importancia a cada uno de los personajes que han logrado algo por su nación y a los que incluso se les considera glorias nacionales.
La gente importante que destaca en cada especialidad tiene que estar en los puestos más determinantes para que con sus decisiones y con su ejemplo puedan guiar a todo un país por los mejores caminos, y con esto me refiero a todas las especialidades. Los mejores economistas tienen que estar en el puesto más importante del país en la economía, el mejor político tiene que liderar al país, el mejor sociólogo tiene que ocuparse del puesto más trascendental del ramo, y así en cada uno de los cargos fundamentales tienen que estar los mejores mexicanos.
Es entonces cuando me siento desaprovechado, porque no se me ha dado la oportunidad de dirigir a la Selección Mexicana con todo el respaldo necesario, en un proyecto que debe ser establecido como un proceso de una estructura firme, aunque eso en México es muy complicado cuando los proyectos se basan en acomodar a los amigos, a los compadres y a los familiares en puestos en los que, sin capacidad ni conocimiento, toman decisiones en perjuicio de nuestro país.