Cruz Azul agonizó, estuvo en coma varios segundos, pero revivió. Un rayo partió a la Máquina; sin embargo, los mismos choques eléctricos se encargaron de devolverles los signos vitales a los celestes.
Brian Fernández adelantó a los Rayos; el goleador del torneo tuvo contra las cuerdas a Cruz Azul, sin embargo la locomotora todavía avanza y vive.
Milton Caraglio y Édgar Méndez se encargaron de fundir a los hidrocálidos y usar su propia luz para usarla como desfibrilador.
La Máquina sí pita. No, no es fake news.
El partido
Con motor nuevo, la Máquina volvió al Azteca con la obligación de avanzar y enseñar a medios y público la renovada y fortalecida versión de la que hablaron en recientes días.
Al Necaxa no le importó la actualidad cementera y de forma fugaz desmoronó esa unión.
Brian Fernández, como de rayo, electrocutó a Cruz Azul y puso todo a favor de los hidrocálidos. La ventaja y el momento anímico fue de los electricistas muy pronto.
Tras el tanto necaxista, la Máquina se perdió, los vagones volvieron a avanzar sin fuerza ni idea.
Los Rayos notaron la desesperación celeste y movieron el balón de un lado a otro. Ángel Sepúlveda, Fernando González y el “Gasolinero” Barragán tuvieron mucho contacto con el esférico, Fernández al frente, mantuvo a Aguilar y a Lichnovsky ocupados.
Con la descarga eléctrica que dio Brian en el alba del juego, Memo Vázquez ordenó tener el esférico y jugar con la presión celeste.
Barragán con la cabeza estuvo cerca de incrementar el marcador, Jesús Corona se paró bien y detuvo el esférico.
La Máquina avanzó despacio y sin rumbo fijo. Orbelín Pineda, Édgar Méndez y Roberto Alvarado, estuvieron, como casi toda la temporada, imprecisos y poco productivos al frente.
Jonathan Rodríguez volvió a ser el que más lo intentó, pero no tuvo acompañamiento.
Caraglio adelante, sólo fue un espectador más.
Caixinha, de pie en la banca, lució desencajado, su máquina cayó en el bache de siempre. Elías Hernández, uno de los jugadores capaces de echar andar a la locomotora, se lesionó segundos antes de arrancar el juego y tuvo que ver desde la tribuna la gris actuación de sus compañeros.
El juego siguió, las ocasiones de anotar fueron menos. Los Rayos, sin buscarlo mucho, estuvieron cerca de subir el switch otra vez.
Con escasas aproximaciones en las áreas, el árbitro decidió pausar el juego.
En el camino al vestidor, Pablo Aguilar y Édgar Méndez cruzaron palabras. Esa discusión evidenció la cruz que cargan los celestes.
El complemento
Al volver al campo Necaxa siguió con su estilo soso, Vázquez quiso desesperar a Cruz Azul y finiquitar todo con otro chispazo.
Caixinha notó que el guion era el mismo y decidió cambiar de actores. El “Cabecita” le cedió su lugar a Yoshimar Yotún.
A pesar de que el cambio fue defensivo, la Máquina comenzó a encender las calderas.
Cruz Azul tomó fuerza y Caraglio, en el único balón que tuvo a modo, superó a Hugo González.
El tanto cementero le bajó los voltios a los hidrocálidos.
La Máquina se quitó algunos fantasmas y fue al frente. Édgar Méndez, abucheado varias veces, apareció en el área y tras una gran jugada de Yotún, le dio la vuelta al marcador.
En un pestañeo Cruz Azul apagó a los Rayos y le dio la vuelta al escenario.
Ya con la ventaja, Caixinha decidió darle minutos a Rafael Baca. La intención fue clara. Aguantar el resultado.
Vázquez contraatacó con las entradas de Hibert Ruiz, Ricardo Monreal y casi enseguida Ricardo Marín. Guillermo puso a toda su artillería en el campo.
La Máquina, ahora sí unida, alejó cualquier balón que tocó su área.
Caixinha, en la agonía de la batalla, metió a Martín Cauteruccio. El portugués quemó valiosos segundos y de paso refrescó su ataque.
El reloj no se detuvo. Cruz Azul, con sufrimiento, sin embargo, volvió a pitar.