Esta tarde en la capital del estado que más ganaderías de bravo atesora en el país verá reaparecer a uno de sus hijos tras una dura lucha de supervivencia.
El joven diestro de dinastía, José Alberto Ortega, regresa a este escenario luego de nueve meses de aquel percance que lo tuvo al borde de la muerte.
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Fue el pasado mes de febrero ante ganado de Barralva línea Atanasio Fernández, el segundo de su lote, el que lo mandó al hospital. Para una convalecencia larga, dolorosa y de mucha incertidumbre. Al pasar los días y semanas los galenos le dijeron: “eres un milagro”. De ahí que hoy podamos decir con toda seguridad Beto Ortega es el “torero milagro”.
INTENSA PREPARACIÓN
El joven diestro, hijo del gran torero Alberto Ortega, ha estado en intensa preparación en el campo bravo previo a este importante compromiso de regreso a los ruedos. Primero en la casa ganadera de Tenexac donde compartió labores camperas con el también tlaxcalteca Gerardo Sánchez. Posteriormente, en la ganadería de San Diego Coyotepec que dirige el joven y entusiasta criador de bravo Miguel Ángel López Lima Zamora, donde compartió el ruedo con Uriel Moreno “El Zapata”.
Días después en Zacatepec con la familia Muñoz y finalmente a puerta cerrada en el rancho La Escondida mató un toro como cierre de esta intensa actividad.
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Beto Ortega físicamente se encuentra en óptimas condiciones, pero sobre todo moral y espiritualmente. Agradece todas las muestras de cariño de la afición quienes en todo momento le han brindado desde oraciones hasta mensajes de apoyo.
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La ganadería centenaria de Rancho Seco es la reseñada para esta tarde. Dos toros para el caballista navarro Pablo Hermoso de Mendoza quien se despide de esta plaza y dos para los jóvenes toreros de a pie, el boletaje desde hace quince días está agotado. Como dice en el patio de cuadrillas: Que Dios reparta suerte.