Sin importar la distancia y las horas de trayecto, las jugadoras de softbol asisten puntuales a su cita de cada fin de semana para disputar el encuentro programado en el rol de juego de la única liga de la disciplina que existe en Tlaxcala.
La pasión por el softbol mueve a las mujeres que integran su respectivo equipo, algunas más jóvenes que otras, pero todas se alistan desde varias horas antes para jugar en los campos de tierra que son sede.
Y es que cada partido dura un promedio de tres horas, esto sin contemplar la distancia que deben recorrer, pues algunas escuadras son de Terrenate, Xaltocan, Yauhquemehcan, Amaxac o Apizaco, pero también asisten de Texmelucan, Puebla, tal es el caso de Pumas, conjunto que viaja por dos horas cada sábado para disputar las jornadas.
El equipo registra tres años de participar en la liga Saga de Softbol Femenil de Apizaco y aunque les queda a varios kilómetros de distancia, el manager Raúl Flores señala que mantienen su participación en la justa tlaxcalteca por el nivel competitivo.
No obstante, no es el único caso que se esmera para jugar, pues invertir tiempo, dinero y esfuerzo son factores que enfrentan los 22 equipos que compiten en las categorías de primera y segunda fuerza.
MANTIENEN LA FEMINIDAD
Un desayuno ligero en la mañana y agua suficiente es la alimentación base para casi todas las jugadoras el día del partido, pero la preparación comienza desde antes, porque deben lavar el uniforme, arreglar los zapatos deportivos y, en algunos casos, seleccionar los accesorios que portarán.
Y es que la coquetería no está peleada con el deporte, en el campo de terracería se observan algunas mujeres con maquillajes impecables al lucir labios rojos y pestañas postizas, otras son más básicas y algunas optan solo por aplicarse protector solar. Eso sí, todas llevan el cabello atado, para que no les quite visibilidad durante el juego. Algunos listones y moños decoran los peinados, aunque no es un detalle que aplique en todos los casos.
Las más experimentadas se pintan “sombras” en el rostro, que son franjas y triángulos invertidos de color negro que lucen en sus mejillas para evitar que el reflejo del sol les lastime los ojos.
Antes de cada partido comienza el calentamiento, estiran los músculos para evitar incidentes, realizan lanzamientos y los bateos complementan la rutina, pasan a las indicaciones de los managers y están listas para iniciar la jornada.
LA ACCIÓN
El campo del estadio Eligio Sánchez y el Romex en Apizaco, así como el de San Simón y Cuatla en Xaltocan y de la unidad deportiva de Amaxac fueron las sedes de los juegos de semifinal de la liga Saga de Softbol Femenil de Apizaco disputados el pasado sábado.
Por cinco meses, cada fin de semana, enfrentaron las jornadas de la temporada para sumar resultados positivos y calificar a los playoffs que son disputados solo dos veces al año.
Cada partido es único, pues en el deporte no hay nada escrito. Jonrones, outs, lanzamientos desde fuera del diamante, ponches, robos de base, hits, entre otras jugadas son protagonizadas por las más de 300 jugadoras que compiten.
El compañerismo está presente en cada momento, pues las féminas aplauden cada jugada de sus compañeras, así como las porras y cantos se escuchan durante todo el juego, por lo que contagian a los aficionados.
El softbol es un deporte de contacto y no todas salen “limpias”, algunas se llevan ligeros golpes con la pelota y los bates, otras quedan con raspones al deslazarse sobre la tierra para llegar a la base y que no les marquen out, pero eso no aminora su optimismo y ganas de salir al terreno de juego.
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