El río Zahuapan es un actual receptor de aguas residuales de origen urbano e industrial de nuestro estado; en consecuencia, la contaminación del agua es cada vez más notable.
Desde hace poco más de cuarenta años, señalan vecinos de la capital tlaxcalteca, el paraje perdió su belleza por esa causa y la claridad de su paso sobrevive solo en sus recuerdos.
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En la charla “Añoranzas vivas”, organizada por la librería El Monasterio el pasado mes de agosto, siete adultos mayores expresaron su sentir ante la pérdida de la corriente de agua más importante del estado y, entre sus comentarios, destacan puntuales momentos que marcaron la vida de decenas de generaciones:
VIDA SILVESTRE
Peces, ajolotes y ranas formaron parte de la vida submarina del Zahuapan a donde los niños iban a nadar, aventar piedras o refrescar sus pies en los distintos municipios que recorre su cauce. Por otro lado, las aves migratorias, los insectos bioluminicentes y los pequeños roedores como ardillas o conejos eran comunes de avistar bañándose, bebiendo agua o flotando sobre ella.
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De acuerdo con los pobladores capitalinos, fue un cambio radical para estas especies cuando el río comenzó a albergar basura y su pureza se fue perdiendo.
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PARAJE FAMILIAR
Las citas en pareja, los paseos en familia y las salidas con amigos eran inimaginables sin el sonido del paso del Zahuapan. De hecho, “La Pasionaria”, del poeta Gregorio de Gante, es una romántica postal de estos tiempos en los que el río iba ‘claro y manso’. Te compartimos un fragmento de esta obra escrita a mediados del siglo XX:
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Como se cuenta a un amigo que se quiere,
le contaba lo imposible
de tu amor al paterno río Zahuapan.
El río que iba claro y manso,
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soñando con tus miradas,
alejose sollozando,
alejose sollozando de verme cómo lloraba.
Tlaxcalteca, tú no tienes sentimiento
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en las entrañas pues pasas ante mi ruego
como una virgen sin alma.
Sólo por eso quisiera ser en tu feliz
cabaña como el humo del tlecuile,
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como el humo del tlecuile
para que por mi lloraras.
CRECIMIENTO SOCIAL
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El agua del río servía para lavar ropa, para dar de beber a los animales y hasta para bañarse, rememoran los tlaxcaltecas. Y, aunque se tiene la conciencia de que todos somos partícipes de la contaminación del agua, antes había un mayor respeto por la naturaleza, pues “sabíamos que era todo lo que teníamos y por eso la cuidábamos con nuestra vida”, concluyeron.
Con el paso del tiempo, el agua limpia se ha perdido hasta un punto irreconocible. Incluso, en 2018, el doctor en Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Rodolfo Omar Arellano Aguilar, aseveró que el río Zahuapan es uno de los más contaminados del país debido a que las normas ambientales para descarga de contaminantes están obsoletas.
Hoy, quienes visitamos el río difícilmente podemos imaginarlo claro; no obstante, el fluir sigue continuo y nuestra ciudad aún se enmarca por su paso manso y puntual.
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