/ martes 2 de julio de 2024

Caracol púrpura: el molusco que vestía a los dioses

La grana cochinilla, el caracol púrpura y otros pigmentos naturales fueron empleados en la tintura de textiles durante la época prehispánica

Los colores forman parte de nuestra historia. Ya sea que con ellos le damos vida a nuestros símbolos o simplemente los asociamos con elementos y emociones de nuestra vida diaria. El blanco, por ejemplo, es el color universal de la paz y la pureza, mientras que el negro siempre estará relacionado con el duelo. Así, el púrpura es el histórico tono que representa el poder y la divinidad, ¿sabes cuál es su historia?

La frase "púrpura cardenalicia" evoca el poder que, aunque supuestamente divino, las autoridades eclesiásticas ejercían tanto en lo espiritual como en lo terrenal. De forma tradicional, los dioses vestían túnicas púrpuras y los emperadores aspiraban a imitarlos. No obstante, obtener este color era un proceso arduo y costoso, restringido solo a los reyes.

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¿Qué daba a las telas su color púrpura? Fluidos de caracoles marinos como Bolinus brandaris, Hexaplex trunculus o Stramonita haemastoma.

EL CARACOL PÚRPURA

El mito griego cuenta que el perro del dios Heracles descubrió este pigmento mordiendo un caracol en la playa, con lo que se tiñó su boca de púrpura. Admirado, Heracles prometió a su amada un vestido de ese color, por lo que inició la búsqueda y colección de estos moluscos.

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Otras culturas, incluso las de Europa del Norte, Japón y la costa del Pacífico de Sudamérica, también valoraban el púrpura. De esta forma, la demanda de prendas púrpuras era tan alta que se necesitaban miles de caracoles para teñir un solo vestido.

Para darnos una idea de lo exclusivo que era, consideremos que, para obtener un gramo de tinte se requerían 10 mil caracoles, suficiente solo para bordes; en consecuencia, el coste era exorbitante.

Con el paso del tiempo, descubrieron que el pigmento tenía otra característica notable y loable: se adhería a los tejidos de manera indeleble. Una vez teñida, una prenda retenía el color púrpura por siglos, preservándose en vestimentas antiguas hasta nuestros días.

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Evidencias arqueológicas indican que la producción de estos tintes comenzó en Creta. Las telas más antiguas teñidas de púrpura datan del siglo XVIII a.C. y su uso perduró hasta que el Papa Paulo II sustituyó el púrpura de los moluscos por el rojo de los insectos Kermes.

No obstante, el negocio era lucrativo y el Mediterráneo se llenó de talleres que recogían, rompían y procesaban caracolas.

BIOLOGÍA DEL CARACOL

El secreto del pigmento reside en la glándula hipobranquial de los caracoles, cuya secreción se transforma al exponerse al sol. Biológicamente, esta sustancia servía para sedar presas, proteger huevos de infecciones y repeler estrellas de mar. Inicialmente incoloros, estos precursores se transformaban en contacto con la luz solar y el oxígeno.

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El sulfato de tirindoxilo, al ser extraído de la glándula, pierde su anión sulfato por la acción de una enzima llamada purpurasa. En contacto con el aire, se formaban nuevos compuestos: tirindoleninona y tirindolinona, de colores amarillo y rojo. Estos compuestos, al exponerse al sol, generan dibromoíndigo, el codiciado color púrpura.

Así, un humilde molusco marino sustentó una poderosa industria de tintes en el Mediterráneo durante siglos. Su pesca y cultivo fueron objeto de estudio por filósofos como Plinio el Viejo y Aristóteles. Sus secreciones dieron lugar a tintes espectaculares que distinguían a la élite del pueblo llano, perpetuando la asociación del púrpura con la divinidad y el poder.

El caracol plicopurpura pansa es un molusco que habita en la costa del Pacífico, desde Baja California, en México, hasta Perú y las Islas Galápagos, sin embargo, esta especie está sujeta a protección especial debido a que sus poblaciones cada vez son menores.


Los colores forman parte de nuestra historia. Ya sea que con ellos le damos vida a nuestros símbolos o simplemente los asociamos con elementos y emociones de nuestra vida diaria. El blanco, por ejemplo, es el color universal de la paz y la pureza, mientras que el negro siempre estará relacionado con el duelo. Así, el púrpura es el histórico tono que representa el poder y la divinidad, ¿sabes cuál es su historia?

La frase "púrpura cardenalicia" evoca el poder que, aunque supuestamente divino, las autoridades eclesiásticas ejercían tanto en lo espiritual como en lo terrenal. De forma tradicional, los dioses vestían túnicas púrpuras y los emperadores aspiraban a imitarlos. No obstante, obtener este color era un proceso arduo y costoso, restringido solo a los reyes.

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EL CARACOL PÚRPURA

El mito griego cuenta que el perro del dios Heracles descubrió este pigmento mordiendo un caracol en la playa, con lo que se tiñó su boca de púrpura. Admirado, Heracles prometió a su amada un vestido de ese color, por lo que inició la búsqueda y colección de estos moluscos.

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Otras culturas, incluso las de Europa del Norte, Japón y la costa del Pacífico de Sudamérica, también valoraban el púrpura. De esta forma, la demanda de prendas púrpuras era tan alta que se necesitaban miles de caracoles para teñir un solo vestido.

Para darnos una idea de lo exclusivo que era, consideremos que, para obtener un gramo de tinte se requerían 10 mil caracoles, suficiente solo para bordes; en consecuencia, el coste era exorbitante.

Con el paso del tiempo, descubrieron que el pigmento tenía otra característica notable y loable: se adhería a los tejidos de manera indeleble. Una vez teñida, una prenda retenía el color púrpura por siglos, preservándose en vestimentas antiguas hasta nuestros días.

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Evidencias arqueológicas indican que la producción de estos tintes comenzó en Creta. Las telas más antiguas teñidas de púrpura datan del siglo XVIII a.C. y su uso perduró hasta que el Papa Paulo II sustituyó el púrpura de los moluscos por el rojo de los insectos Kermes.

No obstante, el negocio era lucrativo y el Mediterráneo se llenó de talleres que recogían, rompían y procesaban caracolas.

BIOLOGÍA DEL CARACOL

El secreto del pigmento reside en la glándula hipobranquial de los caracoles, cuya secreción se transforma al exponerse al sol. Biológicamente, esta sustancia servía para sedar presas, proteger huevos de infecciones y repeler estrellas de mar. Inicialmente incoloros, estos precursores se transformaban en contacto con la luz solar y el oxígeno.

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El sulfato de tirindoxilo, al ser extraído de la glándula, pierde su anión sulfato por la acción de una enzima llamada purpurasa. En contacto con el aire, se formaban nuevos compuestos: tirindoleninona y tirindolinona, de colores amarillo y rojo. Estos compuestos, al exponerse al sol, generan dibromoíndigo, el codiciado color púrpura.

Así, un humilde molusco marino sustentó una poderosa industria de tintes en el Mediterráneo durante siglos. Su pesca y cultivo fueron objeto de estudio por filósofos como Plinio el Viejo y Aristóteles. Sus secreciones dieron lugar a tintes espectaculares que distinguían a la élite del pueblo llano, perpetuando la asociación del púrpura con la divinidad y el poder.

El caracol plicopurpura pansa es un molusco que habita en la costa del Pacífico, desde Baja California, en México, hasta Perú y las Islas Galápagos, sin embargo, esta especie está sujeta a protección especial debido a que sus poblaciones cada vez son menores.


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