¿Eres o conoces a la persona que no sale “ni en rifa”? Quizá no tenga que ver con banalidades físicas, sino más bien con lo que ocurre a nivel microscópico en el cuerpo.
Comencemos por explicar que existe un número casi indescifrable de entidades diminutas viviendo contigo desde el día que naciste. De acuerdo con Andrés Cota, de la Sociedad de Científicos Anónimos, los organismos que habitan nuestro cuerpo superan en número a la cantidad de estrellas contenidas en la vía láctea.
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Al gran conjunto de más de 100 trillones de microorganismos que habitan el cuerpo, se le llama microbioma y es tan relevante para nuestra supervivencia como los mismos genes. Los organismos de los que hablamos pueden ser determinantes y decisivos en el grueso de las actividades que realizamos cotidianamente, incluso en nuestra selección de pareja.
Otro dato importante es que, como seres humanos, solo compartimos el 10 % de la gama microbiana entre nosotros, lo que implica una fuerte individualidad biológica en toda la especie. Segmentando de esta manera desde la talla hasta nuestro nivel de ansiedad comparada con el resto. A lo largo de la vida, el microbioma es dinámico y se ve influido por el estilo de vida que se lleve.
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¿Cómo pueden los microbios de una persona afectar sus relaciones de pareja?
Quedó claro que el microbioma funciona como un segundo cerebro. Desde el estado de ánimo para entablar conversaciones con otra persona hasta la atracción sexual por alguien; todas las pautas de comportamiento desarrolladas durante en nuestra vida están influidas por esa biota.
Nos han hecho creer que de la vista nace el amor, pero lo cierto es que el olor se antepone a cualquier otro sentido. La identidad odorífica surge de las bacterias y su alimentación del sudor que desprendemos. Según el periodista científico Federico Kusko, en su proceso de digestión, liberan moléculas que afectan la forma en que olemos. De hecho, cada especie crea sus propios aromas. Por ejemplo, el género Corynebacterium (más dominantes en las axilas masculinas) convierte las grasas en algo que huele a cebolla y la testosterona en algo con olor a vainilla u orina.
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Se ha demostrado en el laboratorio que la atracción sexual está dada, en la mayoría de ocasiones, por la firma aromática de las personas. En este sentido, son tus bacterias quienes están eligiendo a tus potenciales parejas y viceversa.
Por otro lado, hay investigaciones, como el estudio pionero de Martha McLintock, que revelan cómo las mujeres juntas (grupos de amigas, compañeras de trabajo o de estudio) se sincronizan en sus ciclos menstruales a través de la percepción de estas sustancias volátiles, creando atmósferas ideales para la primitiva etapa de cortejo y atrayendo hombres con un microbioma compatible químicamente a ellas.
El amor es una ilusión, pero también es un proceso científico. La próxima vez que te sientas atraído por una persona no te olvides de confiar en el amor a primer olfato.
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