Conoce la historia del rebozo, prenda indispensable de las mexicanas

Entre los elementos que marcan la indumentaria del país, destaca esta prenda en sus distintas variantes

Mónica Vargas / El Sol de Tlaxcala

  · lunes 8 de abril de 2024

El rebozo es una prenda mestiza. Foto: Archivo

Junto con los huaraches y el sombrero, los rebozos son clave en la indumentaria mexicana que ha acompañado a la sociedad a lo largo de la historia.

De hecho, la misma palabra ha escalado a términos lingüísticos como una expresión que denota la personalidad de quienes lo utilizan, a pesar de que su origen no es meramente nacional.

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¿Cómo surgió esta prenda y cómo ha evolucionado con el paso del tiempo? Esta es su historia.

PRENDA MESTIZA

De acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, el antecedente más antiguo del rebozo es el almaizal morisco, un manto que usaban las musulmanas en España durante la Edad Media como signo de recato, misma que heredaron las mujeres cristianas para cubrirse la cabeza y cara al entrar en los templos.

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Con la llegada de los frailes franciscanos a nuestro territorio, las mujeres comenzaron a impregnarse de la cultura española y a adoptar su forma de vestir, con lo que se dio paso al rebozo mexicano constituido con las fibras naturales con las que normalmente tejían.

Eran trabajadas la seda y lana, sin abandonar el ixtle ni el algodón blanco o de color coyuebe, de origen prehispánico.

Cada pueblo indígena tiene diferentes formas de nombrarlo, entre los otomíes el chal o rebozo se dice mini-mahue, mientras que los de Huayapan, Morelos, lo llaman cenzotl palabra náhuatl derivada de centzontilmantli o “manta de mil colores”.

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USOS

De diferentes colores, formas y motivos, la prenda evolucionó hasta nuestros días a pesar de que ya no tienen el mismo uso para el que fue concebida.

Su función cambia con la sociedad, durante la época revolucionaria fueron aliados de las “Adelitas” para guarecer sus armas, al igual que a otras personas para abrigarse y hasta nuestros días para cargar bebés o cosas pesadas, ya que permite tener las manos libres.

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En nuestro días simplemente se emplea para elevar el vestuario, pues su vistosidad también nutre la belleza de sus portadoras.

Lo que sí es un hecho es que su compleja confección las vuelve únicas. De acuerdo con Mexicana, de la Secretaría de Cultura, existen cerca de 15 pasos para la elaboración del rebozo que inician con el devanado, urdido, pepenado, hasta el teñido, almidonado y empuntado y tan solo esta última parte del proceso puede tomar hasta 4 meses.

Ya que el rebozo no es solo una prenda de vestir, sino que es un símbolo de la identidad mexicana y un recordatorio de la rica herencia cultural del país, artesanos tlaxcaltecas como Pepe Aguilar han dejado claro que este puede imponer tendencias para hombres y mujeres. A través de distintas colecciones, hoy el arte del rebozo nos recuerda que la gente en México se casa con rebozo, llora con rebozo, se esconde con rebozo y nace para envolverse en un rebozo.