Para el éxito de las cosechas, la salud de las personas y la abundancia familiar, el tiempo solía ser un factor determinante en la vida de las personas. Para interpretarlo, era necesario observar el cielo en cada temporada e identificar los elementos característicos de cada tipo de clima.
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A pesar de que los tiempos han cambiado y el pronóstico se descubre a través de diferentes métodos científicos, los adultos mayores aún conservan ese conocimiento heredado por generaciones, el cual está basado en la observación del cielo, las nubes y los astros.
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Para ejemplificar estos saberes, el señor Alejandro Vázquez explicó a El Sol de Tlaxcala algunos rasgos que él obtuvo de sus abuelos, de quienes también aprendió el oficio de agricultor.
LA FORMA DE LAS NUBES
Las nubes forman parte del ciclo natural del agua. Estas se forman como acumulaciones de vapor de agua del mar y la tierra húmeda, la cual logra convertirse en masas de aire y que al elevarse logra expandirse y condensarse.
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Según la formación que tengan, estas podrían anunciar lluvias o ausencia de agua. Por ejemplo, cuando se forman pequeños cúmulos, llamados comúnmente “aborregadas”, el clima será templado y no habrá lluvia.
En cambio, cuando las nubes son casi transparentes, sin sombras internas y en forma de filamentos largos, puede estimarse que en las próximas horas habrá un cambio brusco del tiempo con descenso de la temperatura.
Cuando las nubes son grandes y oscuras, es probable que produzcan lluvias en tiempos cortos, así como granizo, descargas eléctricas e incluso tornados.
Como vemos, el comportamiento de las nubes también ofrece valiosa información sobre el futuro del clima. De acuerdo con “El mundo secreto del clima”, de Tristan Gooley, existen siete patrones de oro:
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1. Cuando las nubes descienden, es más probable que haya mal tiempo.
2. Cuantos más tipos de nubes puedas ver, peor será el pronóstico.
3. Cuando las nubes pequeñas crecen, el pronóstico empeora.
4. Las nubes mucho más altas que anchas indican probabilidad de mal tiempo.
5. Si la parte superior de las nubes es puntiaguda o serrada, es señal de tiempo inestable.
6. Cuando más irregular es la base de la nube, más probable es que llueva.
7. Cuanto más baja sea la nube que usamos como referencia visual, de menos días será el pronóstico.
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HALOS
El halo solar, también conocido como aro iris o antelia, consiste en una circunferencia luminosa que se produce alrededor del Sol y da la impresionante apariencia de un disco luminoso que a veces expresa colores perfectamente simétricos.
Aunque el fenómeno fue documentado en los antiguos registros mayas y lo asociaron a las grandes catástrofes que vivieron, hoy se sabe que es una de las señales en el cielo que suele anunciar un cambio de tiempo. Heladas, lluvias ligeras o vientos fuertes son las consecuencias más probables.
Tampoco es de extrañarse que a veces la Luna también exprese su halo durante las temporadas de más frío. De manera que una “casa” alrededor del satélite natural también podría ser una constante en las noches más heladas del invierno.
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CIELO DE COLORES
El crepúsculo de color violeta es anunciador de frío, pues implica la mayor sequedad del aire a baja temperatura y modifica la manera en que se dispersa la luz al atravesar la atmósfera.
Sin embargo, los cielos anaranjados y rojizos también ayudan a los pronósticos meteorológicos. La sabiduría popular los asocia con un clima tranquilo.
Si el atardecer es muy rojizo significa que hay poca humedad y no lloverá a la mañana siguiente. Otros piensan que el cielo rojo anuncia una helada seca a la mañana siguiente. Pero esta no es una regla, por lo que no siempre se cumple.