En las últimas décadas, el ser humano se ha tenido que adaptar a los cambios bruscos de temperaturas, mientras en algunos países lidian con las olas de calor, otros se ‘congelan’.
Se ha demostrado que el cuerpo humano puede soportar temperaturas de hasta 60 grados, aunque con gran riesgo para la vida, explica José Israel León Pedroza, académico de la UNAM.
Añade que es posible tolerar temperaturas extremas dependiendo de la humedad del ambiente, “pues lo que causa los choques de calor no es la temperatura incrementada, sino la deshidratación”.
En cuanto al frío, gracias a algunos experimentes crueles, se sabe que podemos resistir hasta menos 30 grados durante unos 30 minutos, “hay congelamiento a diferentes temperaturas y las personas se pueden recuperar, pero por debajo de 30 grados se presenta la muerte”, precisó el experto a Gaceta UNAM.
La resistencia a dichas temperaturas se debe a que el cuerpo humano genera un ajuste autónomo de su propia temperatura. Y es que de acuerdo con José León, tenemos unas estructuras basadas en los vasos sanguíneos que nos permiten regular nuestro calor, pues somos organismos eutérmicos.
Sin embargo, cuando no podemos controlar los niveles extremos, nuestra temperatura corporal empieza a subir, como si tuviéramos fiebre. “A partir de 40 grados de nuestra temperatura interna es cuando fallan varias proteínas del cuerpo, incluyendo las respiratorias y las cerebrales. Y eso genera un daño permanente e inclusive la muerte” precisó.
Mientras que la muerte por frío sobreviene por la falta de circulación, que desciende poco a poco hasta que se detiene el corazón: “Se disminuyen tanto los procesos metabólicos que se llega al paro cardiorrespiratorio y el daño se vuelve irreversible”.
- *Con información de Gaceta UNAM
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