Cuando un árbol se hace “abuelo”, muchas personas optan por cortarlo para hacer leña, pero ¿sabías que esos árboles son invaluables para los bosques? No solamente se beneficia el suelo con su descomposición. La revista “¿Cómo ves?”, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que esta madera desempeña funciones ecológicas que brindan beneficios a muchos seres vivos y generan redes ecológicas vitales.

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GUARIDA DE ESPECIES

Los árboles longevos participan en ciclos biogeoquímicos, es decir, de transporte, producción y descomposición de elementos químicos entre los seres vivos y el ambiente. Además, proveen sitios de anidación y refugio sus cavidades que diversos vertebrados usan para la reproducción y crianza.

De acuerdo con la UNAM, el 18 % de las aves anidan en cavidades de árboles, ya sea que las excaven directamente, como lo hacen los pájaros carpinteros, o que usen cavidades excavadas por otras especies como las golondrinas.

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REGULADORES DE LOS BOSQUES

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas registra que los bosques antiguos moderan la temperatura y disminuyen el calentamiento global al capturar grandes cantidades de dióxido de carbono, también incrementan la precipitación y la disponibilidad de agua limpia.

Por otra parte, permiten el establecimiento de nuevos árboles, pues al morir y caer los árboles a causa del viento o fuego abren claros en el dosel y representan una fuente de recreación e inspiración espiritual para las comunidades humanas.

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Asimismo, los árboles viejos son una fuente invaluable de datos paleoclimáticos que nos permiten reconstruir la historia del clima en la Tierra en diferentes épocas. Aunque son menos del 1 % de la población forestal, también son esenciales para la capacidad de adaptación de los ecosistemas forestales y para la conservación de la diversidad genética global de la población vegetal a escala temporal.

Por su parte, el catedrático Sergi MunnéBosch de la Universidad de Barcelona agrega que “Los árboles milenarios han sobrevivido a múltiples cambios ambientales durante cientos o miles de años y esta resiliencia se transmite al bosque”.

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De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal, los árboles más longevos de México se encuentran en bosques de coníferas. En ellos, los ahuehuetes (Taxodium mucronatum) también llamados sabinos, son los árboles más viejos de México, y pueden vivir hasta 2 mil años.

Otros árboles longevos de nuestro país los abetos (Pseudotusga menziesii) y los pinos (Pinus hartwegii), que alcanzan los 600 años de edad y se encuentran en las sierras Madre Occidental y Oriental y en el Eje Neovolcánico Transversal.

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CALCULA LA EDAD DE UN ÁRBOL

Al no saber cuándo fue sembrado, es difícil conocer la edad de los árboles. No obstante, existe un truco para calcular sus años a partir de los anillos que forman en su tronco, lo cual se puede conocer mediante una extracción de una sección transversal.

El cálculo de la edad se hace con base en el número de anillos que se alcanzan a ver, a los que se suman los años faltantes cuando no se incluye el centro del árbol. Para estimar la cantidad de anillos faltantes se cuentan los de los primeros 10 centímetros de la parte central de la muestra, y con ese dato y la medida del radio del árbol se extrapolan los años faltantes que corresponden a esa sección. A esto, se suma cierto número de años estimado previamente en árboles jóvenes con menos de 1.5 metros de altura, que es el tiempo promedio que requieren para alcanzar la altura de muestreo.

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La edad estimada se calcula mediante la fórmula: Eta = Σ (Ni + Nf + Na) Donde: Eta = Edad total del árbol, Ni = Número total de anillos en la sección de crecimiento, Nf = Número de anillos en la sección faltante y Na = Número de años que requiere el árbol para alcanzar la altura de muestreo.

Por su valor ecosistémico y la historia que representa en su comunidad, se recomienda evitar la tala de árboles “abuelos”. Como dice la expresión, sería como “hacer leña del árbol caído".