La creencia dice que cuando el perro de la casa aúlla es porque alguien va a morir, pero ¿es verdad? Lo cierto es que, como con todas las leyendas urbanas, no es posible comprobarlo desde un método estricto; sin embargo, la ciencia sí se ha preocupado por indagar las razones del aullido y qué influencia tiene con sus cuidadores.
De acuerdo con Ciencia Unam, el aullido de los perros está emparentado con sus emociones. Además, cada uno de los sonidos que emiten forman parte de su instinto de comunicación, como lo hicieron sus ancestros hace cientos de años.
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Algunas de las razones más frecuentes por las que escuchamos los aullidos de los perros tienen que ver con sus necesidades básicas.
Dolor
Aunque no es la principal ni única razón, sí es un punto a tomar en cuenta. Cuando un perro produce aullidos por un tema de salud es probable que también se queje con otros sonidos. Los veterinarios recomiendan revisar si la mascota tiene alguna herida visible o se lame sobre alguna parte del cuerpo, lo que podría indicar dolor que requiera atención médica.
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Imitación
Debido a su herencia genética, los perros conservan su interés por hacer manada y tienden a hacer llamados a sus compañeros con este tipo de sonido.
Por lo anterior, es común identificar que cuando un perro empieza el aullido, de inmediato otros se suman a la distancia.
Ansiedad o estrés
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Cuando no se sienten a gusto, los animales externan su incomodidad de diferentes formas. La inmediata es el sonido.
El aullido de un perro también podría significar que el clima no es favorable, que necesita más espacio o tiene hambre.
Sin olvidar que los animales de compañía también sienten miedo, es donde se pone en jaque la creencia de la muerte, ¿pueden presagiar un fallecimiento?
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Es bien sabido que el olfato es el sentido más desarrollado de los perros, de manera que pueden diferenciar aromas entre la vida y la muerte. De hecho, muchos de ellos se hacen rescatistas porque pueden oler si hay víctimas ocultas en desastres naturales, derrumbes, entre otras causas.
Las sustancias químicas que reconocen, las llamadas necromonas, están compuestas por una mezcla de ácidos que son emitidas por los cuerpos antes de morir, pero no todos los animales tienen la capacidad para descubrirlas.
Esto lleva a pensar que los últimos días de una persona son los de mayores notas aromáticas, sin embargo, hasta el momento no hay ninguna evidencia científica para darle continuidad a la hipótesis de que un perro sea ese “mal agüero”.