Pocas son las personas que conservan la costumbre de besar la mano de los padres, padrinos, abuelos o sacerdotes al saludarse o despedirse, pues actualmente vivimos en una época donde los rituales de respeto dejaron de ser por completo físicos.
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Hasta hace algunos años, era común en las comunidades observar cómo niños, jóvenes y adultos ofrecían el beso en la mano como una señal de respeto, admiración e incluso de obediencia hacia los mayores al ser figuras de sabiduría debido a las experiencias que su edad les permitía vivir.
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Al acercarse a saludar o despedir, el menor tenía un dicho: “la mano, padrino”. Con esto, el mayor ofrecía su mano y esta iba directo a los labios del interlocutor. Finalmente, la bendición era entregada por las personas mayores para desear un buen camino a su familiar o seguir.
La actitud de los mayores, como ocurre hasta la fecha, podía ser variada. Por supuesto, muchos de ellos cumplían el papel de autoritarios, mientras que otros obedecían cariñosamente al gesto. En cualquiera de los casos, las cortesías físicas incluían también el habla de “usted” y un desprendimiento del sombrero o gorra que cualquiera de los dos portara.
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Este complejo rito ha desaparecido poco a poco. De hecho, todo tipo de acercamiento físico se ha visto disminuido entre las personas en los últimos años a raíz de la ideología moderna donde predominan diversas luchas de libertad y emancipación.
Sumado a lo anterior, los protocolos de higiene impiden cada vez más el acercamiento. No obstante, el recuerdo de esta tradición prevalece en el imaginario colectivo, el cual se aprecia en películas de época, documentales o videos musicales que representan la cultura mexicana.
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BESO EN LA MANO DE UNA DAMA
Al igual que el anterior, cuando un caballero daba el dorso de la mano de una dama era una señal de respeto, pero también un delicado gesto para buscar sus afectos.
De acuerdo con las reglas de etiqueta que regían el comportamiento social de la antigüedad, este acto era primordial al entablar un saludo.
Tan solo en el afamado manual de Carreño se indica que: “El caballero debe ser siempre presentado a la señora, y el inferior al superior”.