Los piropos forman parte de la vida cotidiana de una mujer en México, tan comunes que suelen justificarse como una costumbre cultural o de ingenio, pero la realidad es que se trata de una forma de violencia verbal.
En el país, siete de cada diez mujeres son agredidas sexualmente en el espacio público de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Patricia Piñones, explicó que el piropo es una de las modalidades más comunes de ese tipo de agresiones, “un gesto o acto verbal de connotación sexual no solicitado”, precisa a través del programa Café Expreso.
Este tipo de agresión suele tener mayor incidencia en mujeres jóvenes de parte de hombres desconocidos, que en algunos casos, suele acompañarse de acoso directo, atemorizando a las receptoras.
No lo encuentro como un acto dulce, amoroso, tierno y con el cual nos podemos sentir felices las mujeres, asegura la investigadora del Programa Universitario de Derechos Humanos (PUDH), por lo que no puede justificarse como costumbre cultural ni de ingenio, pues es una realidad que las hace sentir sexualizadas, intimidades o incluso avergonzadas.
A estos gestos, palabras o acercamientos en general son actos de machismo que se generaliza como una forma de acoso callejero a tal grado de que algunas mujeres modifican su vestimenta. Hemos creído que sólo es violencia el daño directo: el que deja moretones, clavículas rotas o señales visibles; pero no, la violencia tiene muchas expresiones.
- *Con información de Gaceta UNAM.
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