Están presentes en el cine y la literatura. Desde las alturas coronan castillos, iglesias y contados hogares. Las gárgolas nos asustan y protegen a la vez. Estas monstruosas figuras de piedra que ahuyentan la maldad han protegido las construcciones desde hace siglos.
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Su origen se remonta a la Edad Media, cuando el estilo gótico cobró gran simpatía en las construcciones eclesiásticas de Europa. Las esculturas de animales, seres mitológicos y personas deformes se comenzaron a diseñar para tapar los desagües en las esquinas de los techos, con la intención de que el agua circulara hasta el punto final del desagüe y coincidiera con la boca de la imagen.
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Una vez inventadas las gárgolas, se comenzaron a crear leyendas sobre ellas. La popularidad ganada orilló a los escultores italianos a fabricarlas para uniformar edificaciones que no contaban con sistemas de desagüe en los tejados, es decir, únicamente por estética. A estas nuevas creaciones las llamaron quimeras.
La Iglesia, a sabiendas del poder moralizante que tenía sobre el pueblo, potenció los mitos populares e introdujo en la estética de sus fachadas a estas criaturas con la idea de que eran un símbolo de protección fuera de la iglesia en la que descansaban, ahuyentaban a los malos espíritus y confirmaban que el interior del edificio era perfectamente seguro para esas pobres almas que buscaban la salvación.
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Debido a la evolución de estilos arquitectónicos, las gárgolas están en desuso; sin embargo ‘sobre gustos no hay l escrito’ y en Tlaxcala aún se fabrican los monstruos de piedra.
Los artesanos de Xaltocan, por ejemplo, privilegian el sentido decorativo de sus piezas de piedra de cantera y elaboran una gran variedad de gárgolas en las que emplean hasta tres meses de trabajo, dependiendo de la complejidad de la escultura.
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En iglesias como en la parroquia de Nuestra Señora de Santa Ana, aún se mantienen gárgolas de hace cuatro siglos y tienen forma humana, es decir, perdieron el estilo gótico de procedencia, señala el padre Ranulfo Rojas, párroco de Chiautempan. Además, agrega que mantienen cierto estilo prehispánico, a diferencia de las que se fabrican actualmente.
En la avenida Morelos de la capital tlaxcalteca, junto a la Capilla del Vecino, también sigue en pie una misteriosa casa custodiada por grotescas esculturas de piedra, modeladas según sus originales que se encuentran en la Catedral de Notre Dame en París. Aunque te sorprenderá saber que algunas de ellas no son gárgolas, ¡sino quimeras!