¿Alguna vez escuchaste el término “hambre emocional”? Debes saber que es fácil confundirla con el hambre real. ¿Cuántas veces te has sorprendido buscando algo en el refrigerador después de un día agotador o un momento de ansiedad? Reconocer la diferencia entre estos dos tipos de hambre puede ser clave para cuidar tu bienestar.
En primer lugar, hay que reconocer que el hambre real es una señal fisiológica que indica que tu cuerpo necesita energía. Se manifiesta de forma gradual y suele ir acompañada de síntomas físicos como gruñidos en el estómago, fatiga, mareos, o incluso dolor de cabeza.
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Esta necesidad no es específica: cualquier alimento puede satisfacerla, y se puede esperar para comer hasta que haya una opción disponible. Además, una vez satisfecho, la sensación de saciedad persiste.
Por su parte, el hambre emocional surge como respuesta a emociones como el estrés, la ansiedad, la tristeza o el aburrimiento. Este tipo de hambre aparece de repente, con un deseo intenso y específico por ciertos alimentos, especialmente aquellos que proporcionan una gratificación inmediata como dulces, alimentos grasos o procesados.
A diferencia del hambre real, el hambre emocional no se sacia fácilmente y suele ir acompañada de sentimientos de culpa o arrepentimiento después de comer.
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¿CÓMO DISTINGUIR UNA DE OTRA?
Aquí algunos consejos prácticos para diferenciar estos dos tipos de hambre:
- Haz una pausa y respira: Antes de abrir la despensa, toma unos minutos para respirar profundamente y preguntarte cómo te sientes. ¿Es hambre o simplemente estás abrumado?
- Evalúa el tiempo: Si comiste hace menos de tres horas, probablemente sea hambre emocional. El hambre real suele manifestarse cuando han pasado más horas desde la última comida.
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- Identifica tus emociones: Lleva un registro de tus estados de ánimo antes de comer. Si descubres que tiendes a comer cuando estás aburrido, ansioso o estresado, podrías estar respondiendo al hambre emocional.
- Escoge alimentos saludables: Si decides comer, opta por opciones saludables como frutas, nueces o vegetales. Si realmente tienes hambre, estos alimentos deberían ser satisfactorios.
- Encuentra una alternativa: En lugar de comer, intenta otras actividades que calmen tus emociones, como salir a caminar, escuchar música, leer o meditar.
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Reconocer si tienes hambre real o emocional es un proceso que requiere práctica y autoconciencia. Aprende a escuchar las señales de tu cuerpo y tus emociones para tomar decisiones más saludables. Al hacerlo, no solo mejorarás tu relación con la comida, sino también tu bienestar general.