The Last of Us es una franquicia de juegos de acción ambientada en Estados Unidos postapocalípticos asolados por criaturas caníbales infectadas por la mutación del hongo Cordyceps. A partir de enero de este año, la franquicia se extendió al cine con una serie original de HBO. Desde entonces, el estudio desde diferentes perspectivas ha dado de qué hablar.
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¿Simple ficción?
El divulgador de ciencia Víctor Ángel Pérez Guzmán explica que, en realidad, Cordyceps es un género taxonómico con aproximadamente 500 especies de hongos que parasitan invertebrados como insectos y arácnidos, e inclusive a otros hongos.
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En el mundo ficticio de The Last of Us, una de esas especies adquiere, por mutaciones naturales, la capacidad de infectar humanos. No obstante, estas condiciones son producto del calentamiento global, ya que las temperaturas elevadas hacen más fácil que las mutaciones se desarrollen, transmitan e infecten a otros huéspedes.
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En el documental “Las hormigas zombis”, la explicación está más simplificada: las esporas del hongo penetran el exoesqueleto de las hormigas y comienzan a desarrollarse en su interior. Al principio se creía que el hongo modificaba el cerebro de su víctima, pero estudios recientes apuntan a que invade prácticamente a todo el insecto, en especial extremidades y mandíbulas. Esto quiere decir que la hormiga es parte insecto, parte hongo, por lo que cambia su comportamiento y es proclive a esparcir el hongo al momento de alimentarse.
Según The Last of Us, si una hormiga se puede volver “zombi” tan fácilmente, es seguro que cualquier otro animal también. Pero, ¿es la epidemia fúngica lo más inquietante de la producción audiovisual?
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Para Víctor Ángel, la escena de apertura de la serie es escalofriante por la sugerencia de que, primero, no tenemos cómo detener un apocalipsis fúngico, aunque suene ficticio es cierto que el estudio y combate de infecciones fúngicas no está a la altura del de otros organismos como los virus. Y segundo porque el escenario que lleva a dicho apocalipsis no se siente tan ficticio.
Sin tomar medidas radicales para combatir el calentamiento global ¿estamos dispuestos a arriesgarnos y descubrir qué nuevas amenazas vendrán acompañándolo?