Los microplásticos, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, “son diminutas partículas de plástico, menores a 5 milímetros, compuestas de polímeros y aditivos potencialmente tóxicos”, los cuales son comunes de encontrar en los alimentos.
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Estudios de diferentes dependencias de salud y publicados por la Secretaría del Medio Ambiente señalan que una persona consume cinco gramos semanales -lo equivalente a una tarjeta de crédito- de estos componentes tóxicos de manera involuntaria. Hoy día, los microplásticos están en el helado, en el pescado, las frutas, en verduras frescas y el agua potable.
La principal causa de este problema de salud pública está en la incorrecta gestión de desechos plásticos, que en ocasiones termina por llegar a los océanos y, por ende, a los hogares. Sin embargo, existen diferentes alternativas para evitar ser parte de la media mundial y consumir la menor cantidad de microplásticos posible. A continuación, te compartimos cinco ideas para reducir tu ingesta.
Cambiar la esponja sintética por la natural
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Al lavar los trastes, lo mejor es usar fibras naturales. Aunque no son atractivos a la vista, los microplásticos pueden desprenderse de las esponjas sintéticas y quedar prendidos en los utensilios que empleamos para comer.
Afortunadamente, existen varias alternativas para este material de cocina. Las más comunes son la lufa, celulosa, fibra de coco, bambú y esponjas marinas. La mayoría de estas se pueden adquirir en los mercados tradicionales, en tiendas naturistas o en almacenes dedicados a la limpieza.
La ventaja de las esponjas vegetales es que son biodegradables, es decir, se descomponen por la acción del agua, del sol y las bacterias.
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Leer las etiquetas de los productos para la piel
Son muchos los productos de higiene personal que contienen microperlas, que son trozos de polietileno generalmente azul empleados como decoración en pastas dentales, exfoliantes y geles de baño.
Evitarlas es tan sencillo como ir a la etiqueta de este tipo de productos y optar por aquellos que no los contengan.
Emplea un filtro de agua
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Para evitar el paso de microplásticos en el grifo de la cocina o del baño, es recomendable utilizar filtros. Estos se colocan fácilmente y su costo es menor comparado con otras soluciones de saneamiento de agua.
Otra de las ventajas de este sistema es que el agua se puede beber directamente del filtro y así se evita consumir el agua que venden en las tiendas.
Lava tu ropa con poca frecuencia
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Al tratarse de fibras sintéticas, la tela de la ropa diaria desprende microplásticos en el agua. De manera que lavar con menos frecuencia evita que inhales estos contaminantes.
Deben lavarse después de cada uso: ropa interior, calcetines, medias, leggings y ropa deportiva. Para pijamas, ropa exterior, jeans y otras prendas, la cantidad de veces que puedes usarlos sin lavar se basa en las manchas generadas. Por ejemplo, si regularmente te duchas antes de acostarte, usas ropa interior y sudas poco o nada cuando usas pijamas, podrías usar la pijama durante una semana sin lavarla. Pero si no haces estas cosas, tendrás que lavarla cada vez que la uses.
La ropa exterior, como abrigos o chamarras, generalmente no necesita lavarse más de una vez al mes, ya que no toca la piel directamente y no se usan diario.
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Usa cepillo de dientes de bambú
Al igual que en los anteriores ejemplos, las cerdas de los cepillos de dientes tradicionales desprenden pedazos de plástico potencialmente tóxicos, así que la transición va hacia aquellos que se fabrican con elementos naturales.
Los cepillos de bambú, por ejemplo, han alcanzado su popularidad en los últimos años y son una excelente opción para reducir la ingesta de tóxicos.