Dentro del extenso lenguaje náhuatl, existe una palabra específica para designar al reptil conocido popularmente como camaleón de montaña, tapayaxin o tapayatzin, cuya traducción más precisa al español sería ‘sapillo’, haciendo alusión al parecido que se encuentra entre este lagarto y los sapos, explica el investigador Aldo Gómez Benítez. Sin embargo, el reptil al cual hacen referencia estos nombres no es ni un camaleón ni mucho menos un sapo; se trata de un grupo de lagartijas que, según su clasificación, están incluidas en el género Phrynosoma.
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El también llamado dragoncito o llora sangre tiene un llamativo cuerpo rechoncho. Su tamaño va de los ocho hasta los 12 centímetros de longitud con gran cantidad de espinas o cuernos vistosos desde la cabeza a la cola.
A pesar de que la especie no es exclusiva de nuestro país, sino que se distribuye desde Canadá hasta Guatemala, sí forma parte de las seis especies endémicas del género en México y, en consecuencia, de la postal faunística de nuestra entidad.
IMPORTANCIA ECOSISTÉMICA
La presencia del lagarto cornudo, que es otro de los muchos nombres con los que se conoce a Phrynosoma, es indispensable para el ecosistema.
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Su alimentación es muy variada, va desde los chapulines hasta las arañas; no obstante, las hormigas son sus predilectas. De hecho, el 90 % de su alimentación la constituyen estos minúsculos artrópodos, comen cientos de ellos y lo hacen frecuentemente sentados o inmóviles en la entrada de un hormiguero.
Aparte de que su presencia no causa daños a los seres humanos, cumplen con una función ecosistémica como aliadas para el control biológico, lo que favorece la construcción de entornos bien equilibrados. Sin mencionar que forman parte de la cadena alimenticia de aves de rapiña como las águilas y los halcones.
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MITOS Y PREOCUPACIONES ALREDEDOR
Debido a su amplia distribución por el territorio tlaxcalteca, el reptil fue protagonista de varios mitos en la época prehispánica. Probablemente el más conocido es el que lo consagra como rey de todos los animales, debido a la corona de espinas que rodean su cabeza.
Por lo anterior, el ámbito social lo colocó como un animal de buena suerte. Dicen que, si una mujer tocaba a uno de estos reptiles, las tortillas que preparaba esponjarían mejor y el sabor sería inigualable.
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A pesar del sobresaliente respeto hacia este animalito en esa época, su imponente figura también desarrolló historias donde resultó difamado. Una leyenda cuenta que su aspecto agresivo está relacionado con veneno que inyecta con sus cuernos; incluso, se le asoció con seres demoníacos.
Si bien la ciencia ha derrumbado las creencias que estigmatizan la especie, estas últimas llevaron a la población a un constante sacrificio de los animales, los cuales se encuentran actualmente amenazados por la Norma Oficial Mexicana 059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Cabe señalar que otro de los problemas que enfrenta la especie es su atractivo para el comercio ilegal, así como la destrucción de su hábitat lo que ha dejado en términos de preocupación menor a la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
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PARA SABER MÁS
Los ejemplares de Phrynosoma se sienten a gusto en lugares cálidos y secos, de forma que es común verlos asolearse sobre las rocas desde los primeros rayos de sol hasta que se oculta.
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Su forma de hidratación es desmedidamente curiosa; ellos recogen la lluvia levantando la cola y aventando el agua hacia la cabeza. Los canales de su piel dirigen y aceleran el movimiento del agua hacia la cabeza, como un embudo. Desde allí, abren y cierran las mandíbulas para bombear el agua hacia la boca.
Información: Aldo Gómez Benitez, Patricia Rivera Díaz y Oswaldo Hernández Gallegos (UAEM)