Las calles y jardines están llenas de hojas secas. Muchas personas las recogen y las depositan en bolsas de basura que, finalmente, son retiradas por los recolectores. Pero este hábito oculta una realidad desconocida para muchos: las hojas secas no son basura, sino un recurso valioso para el equilibrio del ecosistema.
Contrario a la creencia popular, las hojas secas cumplen un rol crucial al caer sobre el suelo. Además de contribuir a la retención de humedad, aportan hasta dos veces más minerales que los abonos tradicionales. Esta riqueza mineral ayuda al suelo a regenerarse, permitiendo que las plantas y árboles mantengan procesos esenciales como la fotosíntesis.
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“Cuando las hojas se descomponen, liberan nutrientes vitales que alimentan la vida del suelo”, menciona una infografía de Universum, el Museo de las Ciencias. La presencia de materia orgánica también es indispensable para que el suelo recupere los minerales que los árboles necesitan para su crecimiento.
IDEAL PARA EL COMPOSTAJE
Una alternativa para aprovechar las hojas es integrarlas en procesos de compostaje, junto con residuos orgánicos. Este abono natural mejora la fertilidad del suelo de manera sostenible.
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Con cada hoja que regresa al ciclo natural, se evita el uso de productos químicos y se fortalece el ecosistema, explican los especialistas.
En lugar de tirar las hojas a la basura, se sugiere crear compostaje en jardines urbanos o en casa. Además, dejarlas en parques o bajo los árboles puede convertirse en un “mantillo” que reduce la evaporación del agua y minimiza la erosión del suelo.
Este pequeño cambio de perspectiva puede tener un impacto significativo. Las hojas secas son el resultado de ciclos naturales, y devolverlas al suelo es una manera sencilla de participar en la conservación de nuestro entorno. Como destaca la campaña de Universum, aprovechar este recurso nos recuerda que el verdadero progreso está en vivir en armonía con la naturaleza.