/ martes 24 de septiembre de 2024

¿Por qué escuchamos “olas del mar” al acercarnos un caracol en el oído?

Un efecto acústico interviene en este curioso fenómeno

Cuando éramos niños todos acercamos un caracol marino al oído para escuchar con fascinación lo que parece ser el sonido de las olas del mar. Este fenómeno auditivo ha generado mitos y curiosidades por generaciones, pero, ¿cuál es la explicación científica de esto? Aunque poética, la respuesta tiene una base científica que nos ayuda a entender este encantador misterio.

BREVE EXPLICACIÓN DE ACÚSTICA Y RESONANCIA


En primer lugar, debemos saber que el sonido percibido al colocar un caracol cerca del oído no es el mar, sino una mezcla de sonidos ambientales amplificados por la forma del caracol. Esto ocurre porque la estructura hueca y curva del caracol actúa como una caja de resonancia que captura y refleja el sonido existente a nuestro alrededor, desde el ruido del ambiente hasta los latidos de nuestro propio corazón.

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El flujo de la sangre a través de nuestro cuerpo contribuye a este fenómeno. Cuando acercamos el caracol a la oreja, parte de lo que escuchamos es el sonido de nuestra propia circulación, que normalmente pasa desapercibido en nuestra vida cotidiana. La resonancia dentro del caracol amplifica estos sonidos suaves para sumarse al conjunto de ruidos que se asemejan a las olas del mar.

Además del flujo sanguíneo, el sonido del entorno, como el viento, los coches o incluso el murmullo de una habitación, es amplificado por la cavidad del caracol. Cuando el sonido externo entra en el caracol, este lo refleja en sus curvas a través del eco que rebota y se convierte en ese característico murmullo que parece agua en movimiento.

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¿Y SI NO HAY CARACOL?

Curiosamente, este efecto no es exclusivo de los caracoles. Si tomas una taza o incluso tus propias manos en forma de cuenco y las acercas a tu oreja, es posible que escuches un sonido similar. La clave está en la forma de la cavidad, que amplifica los sonidos alrededor y no necesariamente en el caracol.

MITOS


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Los caracoles son incapaces de grabar sonidos, pero cabe señalar que tampoco son hogar de extrañas criaturas como se les ha atribuido popularmente.

Otro mito popular sobre estas estructuras que protegen moluscos vincula su sonido al flujo sanguíneo que, supuestamente, emitiría un eco al atravesar los vasos sanguíneos de los oídos. El mismísimo Carl Sagan cayó en este error, pero según explica el cardiólogo Julián Palacios, el flujo sanguíneo no suele producir ningún sonido, da igual lo que usemos para escucharlo.


Cuando éramos niños todos acercamos un caracol marino al oído para escuchar con fascinación lo que parece ser el sonido de las olas del mar. Este fenómeno auditivo ha generado mitos y curiosidades por generaciones, pero, ¿cuál es la explicación científica de esto? Aunque poética, la respuesta tiene una base científica que nos ayuda a entender este encantador misterio.

BREVE EXPLICACIÓN DE ACÚSTICA Y RESONANCIA


En primer lugar, debemos saber que el sonido percibido al colocar un caracol cerca del oído no es el mar, sino una mezcla de sonidos ambientales amplificados por la forma del caracol. Esto ocurre porque la estructura hueca y curva del caracol actúa como una caja de resonancia que captura y refleja el sonido existente a nuestro alrededor, desde el ruido del ambiente hasta los latidos de nuestro propio corazón.

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El flujo de la sangre a través de nuestro cuerpo contribuye a este fenómeno. Cuando acercamos el caracol a la oreja, parte de lo que escuchamos es el sonido de nuestra propia circulación, que normalmente pasa desapercibido en nuestra vida cotidiana. La resonancia dentro del caracol amplifica estos sonidos suaves para sumarse al conjunto de ruidos que se asemejan a las olas del mar.

Además del flujo sanguíneo, el sonido del entorno, como el viento, los coches o incluso el murmullo de una habitación, es amplificado por la cavidad del caracol. Cuando el sonido externo entra en el caracol, este lo refleja en sus curvas a través del eco que rebota y se convierte en ese característico murmullo que parece agua en movimiento.

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¿Y SI NO HAY CARACOL?

Curiosamente, este efecto no es exclusivo de los caracoles. Si tomas una taza o incluso tus propias manos en forma de cuenco y las acercas a tu oreja, es posible que escuches un sonido similar. La clave está en la forma de la cavidad, que amplifica los sonidos alrededor y no necesariamente en el caracol.

MITOS


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