Los kioscos son sitios de encuentro, de festejo y de convivencia. En México, estas construcciones ligeras formadas por varias columnas que sostienen una cubierta se encuentran, por lo regular, en el zócalo de los pueblos.
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Su diversidad de estilos, materiales y tamaños, convierten a los kioscos en referentes indiscutibles del lugar, pero ¿cuál es la historia detrás de ellos?
En primer lugar, se debe aclarar que la escritura adecuada para referirnos a esta construcción, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es “quiosco”, sin embargo, es admitida también “kiosco”, la cual es más empleada entre la población.
La palabra kiosco proviene del francés “kiosque”, este del turco “köşk” y, a su vez, del persa košk, que significa pabellón.
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ANTECEDENTES DE LA CONSTRUCCIÓN
A partir de 1850, los urbanistas buscaron reorganizar las ciudades para dotar de comodidad a los nuevos inquilinos: construyeron calles anchas, alcantarillas y parques, pues antes de eso los obreros vivían en casas dispersas donde no existía un sentido de pertenencia.
Los primeros kioscos nacieron en Francia, cuando el gobierno galo autorizó la ejecución de música al aire libre. La intención de estos sitios era permitir una mejor vista a los intérpretes y favorecer la difusión del sonido entre los asistentes.
Su uso se extendió rápidamente por países europeos, donde comenzaron a utilizarlos para otros fines como venta de alimentos, de periódicos y presentaciones de todo tipo.
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Desde entonces, el estilo estructural de los kioscos varía según las necesidades de quien lo construye.
El primer kiosco construido en México data de 1878 y está ubicado en el zócalo capitalino, el cual se convirtió en ejemplo para el resto del país, pues representan una parte vital de la identidad regional y son un recordatorio tangible de la historia y la cultura local.
Cabe señalar que la renovación artística desarrollada en Europa para recibir al siglo XX, conocida como ‘Art nouveau’, tiene una gran influencia en parques de todo el mundo, incluidos los de nuestro país y, por supuesto, de Tlaxcala.
El Art nouveau se caracteriza por sus motivos inspirados en la naturaleza, el dominio de las ondulaciones, el dinamismo de sus formas, así como los materiales y técnicas industriales como los metales y la orfebrería.
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LOS KIOSCOS, LUGARES DE ENCUENTRO
Hoy, no existe un estado mexicano que no cuente con estas construcciones que, además de embellecer las plazas y jardines públicos, son un punto de reunión obligado para los amigos y las parejas.
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En el caso de Tlaxcala, algunos de ellos se han convertido en parte de la cotidianidad de los pueblos. En Huamantla, por ejemplo, el kiosco municipal funciona como cafetería donde las familias se reúnen para convivir. En Tlaxcala y Apizaco, este espacio se utiliza como pista de baile para los domingos de danzón.