Cuando el calendario marca 17 de enero, la fiesta en honor a San Antonio Abad se hace presente. Este santo, considerado junto a San Francisco de Asís como protector de las mascotas, fue un ilustre padre de los monjes cristianos y modelo de espiritualidad cuyo templo de veneración en Tlaxcala se ubica en el municipio de Cuaxomulco.
La parroquia de San Antonio Abad es un edificio de piedra que data del siglo XVIII y resguarda entre sus paredones una detallada imagen del patrono de los animales, pero ¿por qué se le considera así? Esta es la historia.
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LA VIDA DE SAN ANTONIO ABAD
San Antonio nació en Egipto alrededor del año 240. Durante su infancia, gozó de privilegios al nacer en el seno de una familia de labradores acaudalados, sin embargo, en su juventud decidió dejar las comodidades atrás para entregar su vida al monasterio.
A los 18 años de edad escuchó un pasaje del Evangelio de San Mateo: “Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” y así lo hizo.
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Cuando murieron sus padres, repartió sus bienes entre los pobres y marchó al desierto, donde vivió como ermitaño dedicado a la penitencia y la vida de oración.
La historia que avala su patronazgo con la fauna fue a partir de la muerte de Pablo, el primer ermitaño de Egipto. Antonio fue encargado de darle sepultura, pero al no tener mano que le ayudara recurrió a los animales. Cuenta la leyenda que dos leones acompañados de otros seres acudieron al lugar donde se encontraba el ermitaño y le ayudaron a cavar la fosa donde descansarían los restos de su amigo.
Por esta historia, la iconografía del santo suele representarlo al lado de animales salvajes como jabalíes o fieras; no obstante, con el paso del tiempo lo han pintado incluso con perros y gatos por quienes esperan que interceda.
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LAS CAUSAS PERDIDAS
La crónica religiosa también dio paso a la consumación de San Antonio como el “Santo de las causas perdidas” y recibe plegarias de todo el mundo para iluminar el camino y la búsqueda de los desamparados, sea cual sea su aflicción.
- Existe especialmente una oración dedicada a las cosas perdidas:
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Glorioso San Antonio, tú has ejercido el divino poder de encontrar aquello que ha sido perdido. Ayúdame a encontrar la gracia de Dios y a hacerme devoto al servicio de él y de las virtudes. Permíteme encontrar lo que he perdido y de esta manera enséñame la presencia de tu bondad