Bellas alfombras de aserrín multicolor adornan siete kilómetros de treinta calles del Pueblo Mágico de Huamantla durante la Noche que Nadie Duerme. No obstante, después de la procesión en honor a la Virgen de la Caridad que transita sobre ellas, la artesanía desaparece.
El aserrín, la arenilla, la diamantina y las flores empleadas en la decoración, terminan por convertirse en deshechos, según narra don Santiago, maestro alfombrista.
"Después de que pasa la Virgen, los colores se revuelven y ya no nos sirven para otra ocasión, así que lo tiramos, ya no tiene caso guardarlo", señaló.
Sostuvo que las alfombras son un regalo efímero para la Virgen, por lo que es natural que durante la madrugada se destruyan y el aserrín se levante del suelo: "En cada cuadra hay comisiones, todos estamos comprometidos a recoger el material una vez que pase la procesión", agregó.
Además, el equipo de limpieza del Ayuntamiento Municipal de Huamantla se encarga de barrer, reunir y tirar el material. A esta labor se suman cerca de diez camiones de basura que recorren las calles para llevarse el residuo de la fiesta.
Por otro lado, Santiago narró que para muchas personas el material de confección de la artesanía es sagrado por el paso de la imagen religiosa, de tal modo que algunos se lo llevan en pequeñas bolsas o botellas a sus hogares y las conservan casi como una reliquia.
Mientras que habitantes de otras comunidades recogen el material y lo reutilizan en las festividades de Todos Santos.
"Nos lo llevamos para hacer nuestros caminitos el Día de Muertos", dijo una familia proveniente de Atempan.