/ sábado 17 de diciembre de 2016

Restaurante de indocumentada entre los mejores de EU

El pequeño mesón South Philly Barbacoa de Filadelfia,regentado por una inmigrante indocumentada de México valiente yemprendedora, se ha convertido en uno de los nuevos mejoresrestaurantes de 2016 en Estados Unidos.

Según la revista gastronómica "Bon Appétit", la barbacoa, lostacos y el consomé que sirve Cristina Martínez ensu restaurante son una de las diez comidas más sabrosas delpaís en este último año.

Ese reconocimiento, que coloca a South Philly Barbacoa como elsexto mejor nuevo restaurante del país, consolida su sueñoculinario tras años marcados por sacrificios debido a susituación de indocumentada.

Cristina llegó por primera vez a Filadelfia (Pensilvania) en2006 para trabajar y ayudar económicamente a su familia en Méxicodurante un año, aunque se vio obligada a volver en 2009 paraquedarse.

La chef mexicana explica en una entrevista con Efe que tuvo queatravesar el desierto, beber agua sucia, dormir en el frío ycaminar bajo la lluvia, "arriesgando en cada momento la vida", paravolver a la ciudad que había descubierto años atrás y en la quesoñaba con servir su barbacoa.

Con 27 años de experiencia en la cocina de la barbacoa, queaprendió de sus padres, Martínez supo ver la necesidad de suentonces nueva ciudad de proveer de comida y de café a lostrabajadores que salían de sus casas a las cuatro de la madrugaday no encontraban, hasta bien entrada la mañana,ningún restaurante abierto en el barrio mexicano del sur deFiladelfia.

La cocinera asegura que su comida y su restaurante, además dealimentar a una población con ganas de barbacoa, representan a sucomunidad y su pueblo mexicano de Capula (estado de México), delque proviene.

"Es una bendición para mí y para mi pueblo que nuestra comidahaya llegado a todo el mundo y que ahora sirva para contarhistorias de migrantes como yo", dice la mesonera.

En un momento en el que el presidente electo de EE.UU., DonaldTrump, ha prometido deportar a millones de indocumentados, la chefapuesta por mesas en las que gentes de los cinco continentes comanjuntas.

"Un sólo hombre -afirma- no puede romper la vida de tantaspersonas. No tenemos miedo de que nos deporten. Lo que nos preocupaes la ruptura de sensibilidad con los niños que ahora le preguntana sus padres si tienen papeles y si se van a poder quedar en elpaís donde ellos nacieron".

Pequeño, pero muy coqueto y acogedor, el restaurante estádecorado con coloridos mosaicos y arte autóctono mexicano queconsiguen transportar al comensal a una taquería en lo másprofundo de México,

El establecimiento sólo opera los fines de semana, cuandotradicionalmente las familias comen el plato estrella del local, labarbacoa.

Este "manjar", como lo denomina Cristina, requiere un largoproceso de preparación en el que el borrego se marina entre cincoy ocho horas y posteriormente se cocina en olla durante cuatro ocinco horas más, para lograr que la carne esté tierna, la clavede una buena barbacoa.

Además, la carne se sirve junto a panza de cordero eintestinos, jalapeños rojos, cebolla y ajo, además de con unconsomé bien caliente hecho del jugo de la carne, al que se leañade arroz y garbanzos.

La dueña de South Philly Barbacoa empezó trabajando enun restaurante italiano de la ciudad, a pesar de la barrera delidioma, y consiguió convertirse en pastelera.

Sin embargo, su condición de indocumentada la llevó a perdersu empleo y a comenzar a cocinar la barbacoa, mientras locompatibilizaba con otro trabajo durante los primeros meses.

Su restaurante abrió hace tan solo un año y medio gracias ala generosidad de un cliente y amigo que le presta el local, perola aventura de South Philly Barbacoa comenzó en su pequeñoapartamento, continuó durante un año y medio más en un carritode comida por las calles de Filadelfia y luego logró contar conespacio propio.

Pese a su situación de indocumentada, Cristina confía encontinuar sirviendo barbacoa todos los fines de semana a losresidentes del sur de Filadelfia, con la pasión y dedicación desiempre.

Su caso tiene difícil solución por haber entrado de formairregular a EE.UU. y, aunque está casada con un estadounidense, laúnica manera de obtener su permiso de residencia la obligaría adejar su querido restaurante y su vida en Filadelfia para volvera México y empezar todo el proceso de nuevo.

"Para vivir en paz y feliz no necesitamos un documento, aunquepara los ojos del mundo sí", asegura Cristina con optimismo.

"La vida es libertad -concluye- y no necesito ese papel para serfeliz. Yo me siento libre porque soy parte de la sociedad y cumplocon ello aportando trabajo y comida".

El pequeño mesón South Philly Barbacoa de Filadelfia,regentado por una inmigrante indocumentada de México valiente yemprendedora, se ha convertido en uno de los nuevos mejoresrestaurantes de 2016 en Estados Unidos.

Según la revista gastronómica "Bon Appétit", la barbacoa, lostacos y el consomé que sirve Cristina Martínez ensu restaurante son una de las diez comidas más sabrosas delpaís en este último año.

Ese reconocimiento, que coloca a South Philly Barbacoa como elsexto mejor nuevo restaurante del país, consolida su sueñoculinario tras años marcados por sacrificios debido a susituación de indocumentada.

Cristina llegó por primera vez a Filadelfia (Pensilvania) en2006 para trabajar y ayudar económicamente a su familia en Méxicodurante un año, aunque se vio obligada a volver en 2009 paraquedarse.

La chef mexicana explica en una entrevista con Efe que tuvo queatravesar el desierto, beber agua sucia, dormir en el frío ycaminar bajo la lluvia, "arriesgando en cada momento la vida", paravolver a la ciudad que había descubierto años atrás y en la quesoñaba con servir su barbacoa.

Con 27 años de experiencia en la cocina de la barbacoa, queaprendió de sus padres, Martínez supo ver la necesidad de suentonces nueva ciudad de proveer de comida y de café a lostrabajadores que salían de sus casas a las cuatro de la madrugaday no encontraban, hasta bien entrada la mañana,ningún restaurante abierto en el barrio mexicano del sur deFiladelfia.

La cocinera asegura que su comida y su restaurante, además dealimentar a una población con ganas de barbacoa, representan a sucomunidad y su pueblo mexicano de Capula (estado de México), delque proviene.

"Es una bendición para mí y para mi pueblo que nuestra comidahaya llegado a todo el mundo y que ahora sirva para contarhistorias de migrantes como yo", dice la mesonera.

En un momento en el que el presidente electo de EE.UU., DonaldTrump, ha prometido deportar a millones de indocumentados, la chefapuesta por mesas en las que gentes de los cinco continentes comanjuntas.

"Un sólo hombre -afirma- no puede romper la vida de tantaspersonas. No tenemos miedo de que nos deporten. Lo que nos preocupaes la ruptura de sensibilidad con los niños que ahora le preguntana sus padres si tienen papeles y si se van a poder quedar en elpaís donde ellos nacieron".

Pequeño, pero muy coqueto y acogedor, el restaurante estádecorado con coloridos mosaicos y arte autóctono mexicano queconsiguen transportar al comensal a una taquería en lo másprofundo de México,

El establecimiento sólo opera los fines de semana, cuandotradicionalmente las familias comen el plato estrella del local, labarbacoa.

Este "manjar", como lo denomina Cristina, requiere un largoproceso de preparación en el que el borrego se marina entre cincoy ocho horas y posteriormente se cocina en olla durante cuatro ocinco horas más, para lograr que la carne esté tierna, la clavede una buena barbacoa.

Además, la carne se sirve junto a panza de cordero eintestinos, jalapeños rojos, cebolla y ajo, además de con unconsomé bien caliente hecho del jugo de la carne, al que se leañade arroz y garbanzos.

La dueña de South Philly Barbacoa empezó trabajando enun restaurante italiano de la ciudad, a pesar de la barrera delidioma, y consiguió convertirse en pastelera.

Sin embargo, su condición de indocumentada la llevó a perdersu empleo y a comenzar a cocinar la barbacoa, mientras locompatibilizaba con otro trabajo durante los primeros meses.

Su restaurante abrió hace tan solo un año y medio gracias ala generosidad de un cliente y amigo que le presta el local, perola aventura de South Philly Barbacoa comenzó en su pequeñoapartamento, continuó durante un año y medio más en un carritode comida por las calles de Filadelfia y luego logró contar conespacio propio.

Pese a su situación de indocumentada, Cristina confía encontinuar sirviendo barbacoa todos los fines de semana a losresidentes del sur de Filadelfia, con la pasión y dedicación desiempre.

Su caso tiene difícil solución por haber entrado de formairregular a EE.UU. y, aunque está casada con un estadounidense, laúnica manera de obtener su permiso de residencia la obligaría adejar su querido restaurante y su vida en Filadelfia para volvera México y empezar todo el proceso de nuevo.

"Para vivir en paz y feliz no necesitamos un documento, aunquepara los ojos del mundo sí", asegura Cristina con optimismo.

"La vida es libertad -concluye- y no necesito ese papel para serfeliz. Yo me siento libre porque soy parte de la sociedad y cumplocon ello aportando trabajo y comida".

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