Cuando el tórrido sol del verano de Río de Janeiro comienza aponerse, la pista de monopatín de la Laguna Rodrigo de Freitas sellena de amantes del skate y los saltos, piruetas y algunosaccidentes se repiten a ritmo frenético bajo las palmerascariocas.
“¡Vas a ver lo que es un salto!”, grita Fabio, unadolescente de 14 años que acude cada día con su desgastadomonopatín a la cita con sus amigos a orillas de la lagunacarioca.
No faltan los jóvenes ataviados con gorras y prendas anchas,concentrados en sus giros mientras sus colegas lo registran todo envídeo a través de sus celulares para, inmediatamente, subirlo asus redes sociales.
Cuando sucede un pequeño accidente, como un tropezón o unacaída algo aparatosa, brotan las risas y las bromas en esteespacio, donde hay sobre todo hombres, pero siempre en un ambientede amistad.
“Aquí nos conocemos todos. No hay mal ambiente. Es un pocodifícil entrar en el grupo, pero si vienes todos los días en pocotiempo te haces un hueco”, explica a Notimex Joao, un joven de 17años que estudia para entrar en la universidad y cursar la carrerade medicina.
La pista de skate de la laguna es un marco fantástico para lapráctica de este deporte, que suele darse en ambientes urbanos.Palmeras tropicales cubren parte de la pista de cemento, mientrascorredores, ciclistas e incluso animales frecuentes en la laguna–como la capibara, un enorme roedor- deambulan por la zona.
Decenas de jóvenes, de entre los ocho los y 25 años, aunquelos hay más grandes, acuden a diario a esta pista de monopatínpara perfeccionar la técnica del “skating”, un deporte conmuchos seguidores en Brasil.
En Río de Janeiro están algunas de las mejores pistas demonopatín del país y de toda América Latina, como el Tatu SkatePark, inaugurado en 2012 y con más de tres mil 800 metroscuadrados para la práctica de este deporte urbano.