Seis datos sobre el monstruo más tierno: el ajolote

Enigma científico que posee la llave de los secretos de la eterna juventud; si no existiera en la naturaleza, probablemente figuraría dentro de la zoología fantástica

Mónica Vargas | El Sol de Tlaxcala 

  · martes 6 de septiembre de 2022

El ajolote es el estado larvario de la salamandra. Cortesía | Pixabay

El axolotl tiene su nombre otorgado por los aztecas a la especie endémica del Valle de México. Proviene del náhuatl: atl «agua» y xolotl «monstruo», es decir, axolotl, «monstruo de agua», y del cual se deriva posteriormente la castellanización ajolote.

1.- Son el Peter Pan de las salamandras

El ajolote es el estado larvario de la salamandra. Si bien la mayoría de los anfibios superan su fase acuática para comenzar su vida en tierra, el ajolote conserva en gran parte sus características larvales y pasa su vida adulta en el agua. No obstante, la salamandra tigre tiene su origen en el tierno ajolote.

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2.- Deciden sobre su fisonomía

El ajolote nativo de Tlaxcala tiene un gen mutante que le permite perder las branquias en temporada de sequía para resguardarse bajo la tierra o arena, donde puede vivir entre uno y cinco años y salir cuando los niveles de agua sean óptimos y para poder reproducirse, de acuerdo con información de Fabiola Vázquez para este mismo Diario.

El ajolote es el estado larvario de la salamandra. Cortesía | Pixabay

3.- Se encuentran en peligro de desaparecer

National Geographic explica que la población de estos monstruos acuáticos está en declive, ya que la demanda de la cercana Ciudad de México ha llevado a drenar y contaminar buena parte de las aguas del complejo lacustre de Xochimilco. También es muy común utilizarlo en el comercio de acuarios y el ajolote asado se considera un manjar en el país, lo que ha llevado a que su número se reduzca aún más.

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4.- Tienen un pasado legendario

La leyenda prehispánica del quinto sol se dice que, en la ciudad sagrada de Teotihuacán, la población azteca creía que cuando Nanahuatzin y Tecuciztécatl se tiraron a la hoguera se convirtieron en el sol y la luna, respectivamente; al darse cuenta de que el sol y los astros seguían sin moverse, los dioses decidieron morir también, pero hubo uno, Xólotl, que se negó al sacrificio. Xólotl es un dios que le tuvo miedo a la muerte y decidió escapar del sacrificio mediante sus poderes de transformación: primero se convirtió en maíz, pero el verdugo lo encontró; se escapó nuevamente, se transformó en maguey y fue encontrado una vez más. Finalmente se transformó en axolote.

5.- Son fuente de la eterna juventud

Para estas fieras de los humedales, no representa ningún problema reponer ojos, mandíbulas, branquias o extremidades completas. Tampoco les supone un desafío realizar lo propio tratándose del hígado, el estómago, el corazón, la columna vertebral e incluso partes del cerebro. Desde luego, también pueden regenerar la cola. La investigación, recién publicada en la revista eLife, reveló que son 25 genes sospechosos de contener la información relacionada con la regeneración de tejidos.

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6.- Han inspirado textos literarios

“Axolotl”, de Julio Cortázar, es un cuento de género fantástico perteneciente a Final de juego, su tercer libro, publicado en 1956. Este misterioso texto refleja la unión entre seres humanos y naturaleza a través de un personaje obsesionado con el animal que, entre la magia literaria y el poder de la mente, termina convertido en uno.

Para finalizar, un texto científico que ronda a lo poético, el ajolote en palabras del zoólogo y naturalista Andrés Cota Hiriart en su libro Fieras familiares: “El semblante del pequeño monstruo de agua es difícil de olvidar. Su aspecto remite a un ser arcaico y extravagante, propio de un mundo perdido o de una película de ciencia ficción.

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Perturbador de sueño de infancia. Extraordinario cual invención de Julio Verne. Portentoso, milagroso. Enigma científico. Deidad precolombina. Una criatura endémica del gran valle central del altiplano mexicano (la cuenca del Anáhuac), de hábitos nocturnos y completamente acuáticos, que posee la llave de los secretos de la eterna juventud y el don de la regeneración corporal extrema.

Un organismo tan singular que, si no existiera en la naturaleza, probablemente figuraría dentro de la zoología fantástica de Borges. Al observarlo flotando casi ingrávido en el agua turbia se tiene la sensación de que la evolución con él fue un poco más imaginativa que con el resto de los seres vivos, moldeando a través de los años a un ente casi surrealista. Absurdo como fantasía de Lewis Carroll, incompresible cual reliquia arqueológica. Su enorme boca y ojos diminutos sugieren que está condenado a vivir de buen humor, y el conspicuo penacho de branquias que se dispara por detrás de su cabeza ovoide lo asemeja a un dragón chino”.

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