Tortuga japonesa, la mascota de la infancia que se volvió plaga

En México, su venta es ilegal desde hace 10 años

Mónica Vargas /El Sol de Tlaxcala

  · lunes 18 de marzo de 2024

Las tortugas japonesas se consideran invasoras porque compiten con la fauna silvestre. / Mónica Vargas

Es probable que en la infancia tuvieras una tortuga japonesa como mascota, sin saber que en realidad no provienen de Japón y que estaba por convertirse en una plaga, por lo que su venta se hizo ilegal desde el año 2014.

Trachemys scripta elegans es la tortuga más popular en el mercado de mascotas. Ya que sus ojos presentan una línea horizontal que los hace parecer rasgados, se les llama japonesas, pero en realidad no provienen del país oriental. En realidad se distribuyen de manera natural en todo el continente americano, pero sus comunidades más grandes están en Estados Unidos y varios países de Sudamérica, sin omitir México, entonces ¿por qué se les considera invasoras?

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Las tortugas japonesas son llamadas así por la forma alargada de sus ojos. Cortesía / Naturalista

Las japonesas no representaban alertas en ningún sitio, pero un hecho histórico las colocó en un foco mundial. Entre 1989 y 1997, se exportaron más de 52 millones de ejemplares desde Estados Unidos a cada rincón del planeta con la intención de diversificar las especies exóticas en ambientes domésticos. A partir de entonces, la reproducción descontrolada para su venta no se detuvo.

Por tratarse de un animal pequeño y de bajo costo, muchas familias las adoptaron en casa, sin advertir su rápido crecimiento ni su longevidad, pues estas pueden llegar a vivir en cautiverio hasta 20 años.

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Otro aspecto poco documentado acerca de estos animales es su carácter agresivo y violento hacia todas las especies que crucen en su camino, incluido el ser humano. Y, aunque su mordida no es dolorosa, sí implica atención médica.

Los reptiles son catalogados como transmisores de enfermedades a humanos y otras especies. La infección por salmonella es la principal, pues en sus heces y saliva se ha encontrado la presencia de este grupo bacteriano.

En consecuencia, las tortugas de edades adultas o con comportamientos agresivos comenzaron a ser abandonadas en ríos, lagos y lagunas por aquellos que ya no podían con la responsabilidad de cuidarlas.

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Invasoras de espacios donde fueron liberadas y con una capacidad de adaptación superior a la de muchos otros animales acuáticos, iniciaron una competencia con la vida silvestre.

Las tortugas de orejas rojas, como también se les conoce, actualmente se consideran un peligro porque luchan con otras tortugas nativas por alimento y sitios de anidación. Además, su presencia es responsable de la desaparición de las ocho especies originarias de México, debido a que las tortugas de orejas rojas tienen gran éxito apareándose con las locales y ello genera híbridos.

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En general, los animales exóticos invasores son llamados así por ser especies que establecen una población fuera de su área de distribución normal y actúan como agentes de cambio. Por lo anterior, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) prohibió la comercialización de estas tortugas en el país. A pesar de ello, continúa su venta en los acuarios y tianguis sin ninguna repercusión.

La misión de la dependencia ambiental es persuadir a la población para que evite fomentar la comercialización de este tipo de tortugas, las cuales conllevan una gran responsabilidad al tenerlas como mascotas.

RECOMENDACIONES

* Antes de adquirir una tortuga infórmate acerca de su historia natural, por ejemplo, su comportamiento, hábitos, alimentación y hábitat.

* Adquiere ejemplares nacidos en cautiverio, nunca aquellos que fueron sacados de su hogar.

* Cubre las necesidades básicas para mantener al animal en cautiverio, es decir, otorgarles un espacio específico con comida, agua, suelo, luz y sombra.

* Cambia su agua constantemente para que no se generen bacterias.

* Cuando ya no la puedas atender, de ninguna forma liberes a tu mascota en el medio silvestre, una alternativa es llevarla a algún centro de rescate.