La entomofagia es el hábito humano de consumir insectos. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se practica en muchos países de todo el mundo, pero principalmente en regiones de Asia, África y América Latina para complementar la dieta de aproximadamente 2.000 millones de personas. A pesar de que esta práctica ha existido desde hace miles de años, la atención se ha centrado últimamente en los beneficios no solo nutricionales, sino también ecológicos de la entomofagia.
Beneficio nutricional
El contenido nutricional de los insectos depende de su etapa de vida (huevo, larva o adulto), su hábitat y su dieta. No obstante, la FAO acepta ampliamente que los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado.
De acuerdo con la Revista chilena de nutrición, las proteínas representan el componente principal de los insectos. El orden Coleóptera, encarnado por escarabajos y larvas tiene un contenido proteico entre 20-71%, el Díptera (moscas, mosquitos) 36-70%, el Ephemeroptera (libélulas) entre 37-68%, Hymenoptera (abejas, abejorros, avispas y hormigas) entre 10-62%, Lepidóptera (orugas y polillas) entre 13-64% y Orthoptera (grillos y saltamontes) entre 27-76%.
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Estos pequeños animales también son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y zinc.
Por otro lado, los insectos plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas (enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos) como la H1N1 (gripe porcina) y la EEB (enfermedad de las vacas locas).
Beneficio ambiental
La producción de carne es una de las actividades más perjudiciales al ambiente por el agua que se utiliza en todo el proceso y los gases de efecto invernadero que generan los deshechos, antibióticos y hormonas aplicadas a animales de granja.
Por esa razón, los insectos son muy eficientes en la conversión de alimentos por ser especies de sangre fría; es decir, los insectos pueden convertir 2 kg de alimento en 1 kg de masa de insecto, mientras que el ganado requiere 8 kg de alimento para producir 1 kg aumento de peso corporal.
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En cuanto al gasto de agua la conversión es más desenfrenada, pues para producir 1 kg de insectos se necesitan 10 litros de agua, mientas que 1 kg de carne implica 100 litros del líquido vital.
Los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son probablemente inferiores a los del ganado convencional. Los cerdos, por ejemplo, producen entre 10 y 100 veces más gases de efecto invernadero por kilogramo de peso.
Finalmente, la cría de insectos depende menos de la tierra que la actividad ganadera convencional y al consumir los animales completos no se genera ningún deshecho como sucede con su contraposición.
Beneficio social
La cría y la recolección de insectos pueden ofrecer importantes estrategias de diversificación de los medios de vida. Los insectos pueden recogerse directamente del medio de manera sencilla. Apenas se necesitan medios técnicos o inversiones importantes para adquirir equipos básicos de cría y recolección. En ese sentido, las comunidades que cuentan con espacios y recursos limitados en zonas rurales pueden encargarse de recoger los insectos directamente del medio, de cultivarlos, procesarlos y venderlos.
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A gran escala, la recolección y la cría de insectos pueden generar oportunidades empresariales en las economías desarrolladas o en transición.
Los insectos más consumidos
En todo el mundo se consumen más de 1.900 especies de insectos. Sin embargo, esta cifra sigue aumentando a medida que se llevan a cabo más estudios sobre esta cuestión. Según datos del naturalista Andrés Cota, en México se tiene registro del consumo de un tercio de todas las especies.
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Los insectos más consumidos por humanos son: escarabajos 31%, orugas 18%, abejas, avispas y hormigas 14%, saltamontes, langostas y grillos 13%, cigarras, fulgoromorfos, saltahojas, cochinillas y chinches 10%, termitas 3%, libélulas 3%, moscas 2% y otros 5%.
Aun cuando muchas comunidades ya optan por la entomofagia, se siguen investigando los beneficios a escalas mayores. En Entomofagia y salud pública: una revisión de los peligros microbiológicos, Rumpold y Schlüter aseguran que “Es preciso investigar para desarrollar y automatizar tecnologías de procesamiento de cría, cosecha y postcosecha que resulten rentables, eficientes desde el punto de vista energético y seguras con respecto a los microbios, así como procedimientos sanitarios para garantizar la seguridad de alimentos y piensos y elaborar productos derivados de los insectos que sean seguros y puedan adquirirse a un precio razonable a escala industrial, especialmente en comparación con los productos cárnicos”.
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