Regalar música siempre ha sido una buena opción entre los enamorados, pero desde la llegada de la tecnología, la forma de hacerlo cambió considerablemente. Hasta hace un par de décadas, era común regalar dispositivos grabados con música, mientras que hoy lo más viable es crear una playlist y enviarla por WhatsApp. Y a ti, ¿qué formato te tocó?
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La nostalgia de regalar música
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Durante los años ochenta y noventa, el casete fue el dispositivo por excelencia para grabar música. Para poder realizar el proceso era necesario comprar dispositivos "virgen" en las papelerías o tiendas de conveniencia. Luego, estos se ingresaban a una radio grabadora y, a partir de la programación de las estaciones, se elegían los fragmentos de audio que se deseaba inmortalizar en la cinta magnética.
Para despertar la memoria de quienes ocuparon estas cajitas musicales, recordemos que las cintas de casete clásicas solían tener 14 canciones como máximo, 7 por cada cara. Así, darle la vuelta al casete era necesario para concluir el ciclo de las canciones.
Una de las anécdotas más chuscas de este tiempo era que entre las canciones muchas veces quedó grabada la voz de los locutores, espacios "en blanco" o fragmentos de canciones encimadas. Pero lo anterior no era un problema, sin duda la dedicación implícita en uno de estos rectángulos de plástico lo convertía en el mejor de los regalos.
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Una vez iniciado el siglo XXI surgió el CD para la misma actividad, a la cual se le conocía popularmente como “quemar canciones”, pues el proceso de grabación utiliza un láser que calienta la superficie del disco en el proceso, “quemando” así la información en este.
La diferencia con el anterior dispositivo era que los discos eran grabados en la computadora, de este modo las canciones se podían elegir con más cuidado y en el orden deseado. Además, en este formato ya era posible almacenar hasta 74 minutos de música.
Algo característico de esta época era la escritura con marcadores permanentes sobre el compacto, donde se redactaban dedicatorias, o bien, la lista de canciones con las que contaba la selección.
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Con la llegada del CD también aparecieron en el mercado los súper componentes de audio, donde se podían ingresar más de 4 discos para que se reprodujeran uno después del otro sin necesidad de cambiarlos de lado al terminar. Ese fue el principio de la música continua.
A partir de ese momento, surgieron nuevos formatos para escuchar música, así como los audífonos de "diadema", de "chupón" y, más tarde, los inalámbricos. Los anteriores, compañeros inseparables de los mp3 y los iPod, vinieron a revolucionar la tradición de los escuchas. Ya no era necesario cargar ningún objeto más, todo estaba incluido dentro de ese pequeño aparato. Hoy día, los reproductores portátiles son nostalgia, son pocos quienes lo usan y aunque es relativamente moderno, ya se agrupan en la categoría “vintage”.
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Hasta hace un par de décadas aún era posible ver el regalo de disco entre las parejas, pero con la popularidad de las plataformas de streaming y la llegada de los teléfonos inteligentes, la tradición de regalar música se acabó por completo. ¿Qué regalamos entonces ahora sí queremos regalar música? Lo más cercano es ver listas de reproducción en Spotify o tarjetas para iTunes.
Sin embargo, no todo está perdido. Ahora los vinilos, los casetes y algunas ediciones de discos compactos son muy preciados por los coleccionistas y por aquellos que aún conservan aparatos para reproducirlos. La era de la tecnología nos obliga a la practicidad y, sin embargo, la música no ha dejado de sonar.
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