Sabemos que “salario” es el pago acordado que recibe un trabajador por sus servicios. Pero detrás de esta definición proporcionada por la Real Academia Española (RAE), se esconde un concepto que ha evolucionado a lo largo de los siglos.
Desde el intercambio de bienes hasta los contratos laborales modernos, el salario ha pasado por transformaciones que reflejan las estructuras económicas, políticas y sociales de cada época, pues el trabajo no siempre ha sido compensado de la misma forma.
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ORIGEN DE LA PALABRA “SALARIO” Y SUS DERIVADOS
La palabra salario tiene su origen en la época romana y se deriva de “salarium”. Este era el nombre que se daba a los paquetes de sal con los que se pagaba a los funcionarios que trabajaban cuidando de la calzada romana “Vía Salaria”, utilizada para transportar la sal hasta el río Tíber.
En la Antigua Roma, la sal era un bien valioso utilizado como condimento y como conservador de alimentos. Esta forma de compensación muestra cómo, en sus inicios, la remuneración respondía a necesidades básicas de subsistencia a la que se añaden otros alimentos o pieles para cubrirse el cuerpo.
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El siglo XVIII trajo consigo un cambio radical con la Revolución Industrial. La invención de la máquina de vapor y la proliferación de fábricas dieron lugar a una nueva organización social basada en el trabajo asalariado, palabra derivada de “salario” que consolidó un sistema de clases sociales al que hoy pertenecemos.
Hoy en día, el salario no solo se mide en términos monetarios. Conceptos como el “salario emocional”, que abarca beneficios no económicos como la flexibilidad laboral, el bienestar mental y la realización personal, se han vuelto cada vez más relevantes.
COMPLEMENTOS LINGUÍSTICOS
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Dos términos que sin duda van de la mano del salario son “dinero” y “economía”. La primera procede del latín “denarius”. Derivado de deni (“cada vez”) y del decimal diez, el denario era una pequeña moneda romana de plata de uso corriente que, en sus orígenes, equivalía a diez ases (de ahí su denominación “que contiene diez”).
De la palabra original surge el vocablo dinero, que con el tiempo adquiere un significado mucho más global: de utilizarse para hacer mención a una moneda concreta pasa a utilizarse para denominar a la moneda en general. Posteriormente, y hasta nuestros días, se modifica su significado y pasa a referirse a todo el concepto abstracto y universal que conocemos hoy.
Ahora, para entender el origen etimológico del término economía debemos remontarnos a la cultura griega. Los griegos definían al conjunto del hogar, sus bienes y su administración como “oikos”.
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De este término surge la expresión “okomos” para referirse concretamente a la administración de la casa. Por otro lado, de la raíz griega “nomos” (ley) parte el concepto de autonomía o administración: darse su propia ley o autogobernarse.
Por tanto, economía (derivación de “okomos” y “nomos” tomando en consideración su etimología) vendría a significar la ley que rige la administración de la casa y sus bienes. Algo que responde perfectamente a lo que propone hoy la RAE: “La administración eficaz y razonable de los bienes”.
Nuestro diccionario de la Real Academia de la Lengua Española le otorga dos definiciones adicionales: el conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad o un individuo; y la ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos.
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En la Antigua Roma, la sal era un bien valioso utilizado como condimento y como conservador de alimentos.