El emprendedor Emilio Gutiérrez se preguntaba de niño cómo es que una obra de arte podía valer tanto, cómo las expresiones de la imaginación de Van Gogh, Picasso o Pollock plasmadas con pintura en humildes lienzos de tela podían llegar a costar más de 100 millones de dólares.
"Siempre me enloqueció la idea de que un cuadro colgado en un museo costara cientos de millones de dólares. Tenía la inquietud a los cinco años de robarlo y venderlo. Luego me di cuenta de que iría a ir a la cárcel, entonces mejor pensaba 'lo falsifico y vendo uno igual'. Era la curiosidad de por qué se daban estos valores tan exorbitantes", recuerda.
Hoy, ya un poco más grande, Emilio no terminó siendo ladrón o falsificador de arte, sino comerciante de éste.
Según cuenta, hacía falta que alguien inyectara más tecnología a este mercado para hacerlo más accesible para el hombre común, para dotarlo de un poquito de más vitalidad. Para eso es que creó Consigna.
Consigna es una plataforma de compra, venta, difusión y promotoría de arte. A diferencia de un marketplace de artistas emergentes, ésta se especializa en la generación de un mercado secundario en México para artistas nacionales y extranjeros ya consolidados.
Con un valor de compra para algunas piezas que inicia desde los 5 mil pesos, la tesis fundamental de la plataforma es acercar el arte a un público más amplio que tal vez no tiene conocimiento en la materia o se han mantenido al margen derivado del esnobismo con el que las galerías de arte son relacionadas.
A través de su página web y cuenta de Instagram, Emilio y su socio Diego Maysee han comercializado la obra de artistas como Kaws, Daniel Arsham, Joan Cornella, Alonso Cartú o Santiago Pani, entre muchos otros.
"Tenemos más libertad en cómo armamos nuestro portafolio al no ser una galería tal cual, sino más bien una plataforma. Pareciera que la industria del arte está muy protocolizada".
Aproximadamente el 80 por ciento de los clientes de la plataforma son compradores primerizos de arte. Una proporción similar de ellos llegaron a Consigna a través de su cuenta de Instagram, la cual es su principal escaparate.
Asimismo Consigna aporta facilidades de compra como pagos a plazos y sin intereses.
"El tener precios tan accesibles permite ir agarrando confianza. La gente no se acerca a las galerías porque existe esa concepción súper elitista alrededor del arte de que cualquier cosa cuesta más de 50 mil dólares.
"Muchos millennials quizá ven muy lejano comprar una casa, pero si les sobran 2 mil, 5 mil pesos cada quincena para comprar arte pueden hacerse de un bien material que tiene un valor en el mercado y que va aumentando".
De acuerdo con Emilio, Consigna fundamenta la curaduría de la obra que comercializa en obtener arte que sea accesible para presupuestos más moderados pero que al mismo tiempo sea atractivo para el mercado, vendible a futuro y que le represente a los compradores un activo que acumule valor con los años más allá de sus méritos estéticos.
La linea de fondo –dice– es "cuidar el dinero de los nuevos coleccionistas". Esto le aporta a Consigna una sustentabilidad basada en la venta por volumen, a diferencia de una galería tradicional que sobrevive de haber colocado unas cuantas piezas de alto valor a un número limitado de clientes cada mes.
"Queremos que las personas se involucren mucho más en la industria, que puedan comprar piezas y verlas como una inversión muy interesante. Nosotros queremos ver al arte, sí como un objeto que transforma un espacio, pero también como un activo.
"En ocasiones las personas pueden tener un dinero extra que usan para invertir o ahorrar. ¿Por qué no meterlo en arte en lugar de colocarlo en un banco? Puede ser una muy buena opción para diversificar el portafolio además de que decora tu espacio".
Según explica Emilio, durante la experiencia de compra Consigna se preocupa por recolectar toda la data posible sobre el perfil del comprador, su presupuesto, el lugar donde vive, las condiciones del espacio y sus gustos, para así hacerle una propuesta que le haga más sentido.
La idea de ello es brindarle al público una experiencia personalizada, más cercana a lo que se observa en una tienda de lujo que al de un marketplace online.
De todos sus clientes, asegura Emilio, el 90 por ciento hacen otra compra pasado un tiempo derivado de este servicio personalizado.
"Analizamos un montón de datos para entender qué piezas le funcionan a cada una de las personas, desarrollamos perfiles para cada quien y le ofrecemos algo que creemos que puede traerle un beneficio según su experiencia.
"Vamos moldeando nuestra oferta de piezas a partir de inteligencia de datos, tendencias de consumo y lo que vemos que está alrededor del mundo".
También al momento Consigna ha seleccionado a unos cuantos artistas mexicanos emergentes para fungir como su representante. Financian colecciones enteras, hacen promoción de la obra, y obtienen exposiciones en espacios públicos o exhibiciones.
Asimismo la plataforma les informa a los artistas sobre qué tipo de piezas están siendo mejor aceptadas por el mercado y cómo se está moviendo su obra entre los coleccionistas.
"Yo definiría a Consigna más bien como una plataforma que junta a consumidores, coleccionistas y artistas, una herramienta intermediaria con la que permitimos crear y hacer muchas otras cosas que quizás algunas galerías no hacen del todo", dice Emilio.
"Lo que quisimos entender fue qué es lo que quieren los consumidores jóvenes, los nuevos coleccionistas y cómo podemos dar una propuesta de valor basada en una apertura gigantesca a las redes sociales y un nivel de precio mucho más amplio. Aquí todos pueden comprar su primera obra".
UN NUEVO MERCADER PARA UN NUEVO MERCADO
Emilio es un mercardólogo de profesión quien se había dedicado antes de Consigna a la publicidad exterior y a la consultoría de modelos de negocio.
Autodescrito como "alguien que se arriesga con su dinero" ya había probado invertir en criptomonedas, vehículos bancarios, así como en papel empresarial, el cual le parecía aburrido.
Al recordar aquella inquietud de la niñez por el valor que puede concentrarse en el arte decidió comprar una pieza del mexicano Cisco Jiménez y otra del grafitero griego Insane 51, con las cuales comenzó su carrera en el comercio del arte.
"Me entra en la cabeza esta idea de comprar obras de arte porque sabía que había un mercado y que si en algún momento se le apuesta a las carreras y al artista se puede convertir en una en un negocio muy interesante. Comenzamos como una pequeña colección personal en la que apenas íbamos experimentando y aprendíamos qué sí se vendía y qué piezas no funcionaban que casi casi había que regalarlas".
Emilio echó a andar el negocio justo en medio de los meses de pandemia al inicio el 2021. De acuerdo con él, este contexto fue favorecedor para el negocio del arte en línea.
Mientras que las personas se mantuvieron en confinamiento repararon en la inquietud de embellecer sus espacios o invertir su dinero para hacerlo crecer en caso de una emergencia.
Según opiniones del sector, previo a la pandemia se consideraba a la venta de arte como un mercado en el que el ecomerce había penetrado poco.
De acuerdo con su reporte anual sobre el mercado del arte elaborado por la feria Art Basel junto al banco suizo UBS, durante el 2020 se estima que la venta de arte y antigüedades alcanzó a nivel global los 50 mil millones de dólares; una caída del 22 por ciento respecto al 2019, en lo que llamó "la mayor recesión en el mercado desde la crisis global del 2009".
Sin embargo la venta online de arte por sí sola alcanzó los 12 mil millones, duplicando lo logrado un año previo.
Asimismo de acuerdo con un reporte sobre venta de arte online de la aseguradora inglesa Hiscox que encuestó a 552 compradores de arte en todo el mundo, el 67 por ciento de ellos compraron arte vía online durante el 2020, cuando un año previo habían sido el 44 por ciento.
Esto, principalmente debido a la desaparición de los canales de venta físicos de arte y a un mayor poder de compra entre los consumidores que se han ahorrado el dinero que tenían pensado para viajes y otros bienes.
De la misma manera, según datos de Sothebys el número de nuevos oferentes creció durante el 2020 un 17 por ciento para representar el 34 por ciento de todos los oferentes, algo no visto. En tanto, el número de compradores de menos de 40 años creció 22 por ciento anualmente.
En este contexto existen nuevos compradores que ven al arte como una inversión o activo refugio en medio de la inestabilidad financiera global.
"Cada vez que hay un encierro hay mejores resultados en el sentido de que cuando la gente está en su casa está viendo Instagram. También la pandemia fue un gran pretexto para remodelar ese espacio que antes estaba roto, además de que algunas personas también ahorraron al estar encerradas", platica Emilio.
Para él, aunque durante el encierro muchas personas han decidido incursionar en el mundo de las inversiones a través de instrumentos como el papel corporativo o las criptomonedas, la compra de arte se mantiene vigente debido a la seguridad que aporta la compra de un bien físico, tangible y resguardable.
Así, dice que existe el contexto para que el mercado del arte y los artistas obtengan nuevos bríos dentro de un contexto que está cambiando rápido y fuerte de la mano del dinero inyectado de los nuevos compradores.
"Tenemos bastantes personas que nos han dicho que el cripto les da un poco de miedo. El hecho de sentir el bien de manera física le da mucha tranquilidad a las personas (...) son estos activos de cola larga en los que la oferta es reducida y el precio va creciendo.
"Genuinamente creo que a los artistas si no construyen un mercado secundario para su obra es bien complicado que logren consolidarse en un contexto como el que estamos viendo. Si no hay reventa de tu obra es bien difícil que seas exitoso".
Emilio adelanta que derivado de este impulso es que Consigna está en vísperas de lanzar una plataforma de crowdfunding abierta para cualquiera especializada en la compra de arte de altos vuelos.
Durante estos meses la plataforma ha ido haciéndose de una masa crítica de clientes, así como del know how para comenzar a lanzar rondas de financiamiento. Con el capital recolectado se buscará acudir a subastas para adquirir piezas de alto valor, venderlas, y repartir réditos entre los inversionistas.
"El dinero está sostenido en el valor del arte que compramos, hemos hecho pruebas con rendimientos que pagan 47 por ciento en 6 meses, algo a lo que la gente no está acostumbrada. Son tipos de activos con curvas de demanda que nos dan la posibilidad de ofrecerlo".
Según Emilio ya se realizó una beta con un grupo reducido de inversionistas en la que se duplicó la bolsa original, lo que le da validez al modelo.
Todo esto dice representa "una oportunidad gigantesca" para capitalizar la inquietud de los nuevos inversionistas nacidos durante la pandemia, pero también de acercar un poquito más al arte para los no iniciados, ya sea por desconocimiento o miedo".
"Uno de los primeros objetivos cuando empezaba a desarrollar la propuesta comercial era romper con la idea de que el arte es lejano, de que es inaccesible o que no es para mí.
"Queremos cerrar esa brecha entre el arte y el hombre común, poder decir que el arte puede ser para todos".
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