PARÍS, Francia. A casi seis meses del Día D del Brexit, el gobierno británico y los responsables de la Unión Europea (UE) no pierden la esperanza de llegar a un acuerdo negociado sobre la salida del Reino Unido del bloque, prevista para el 29 de marzo próximo.
Después de mostrarse inflexible durante más de un año, el negociador europeo, Michel Barnier, espera concluir un pacto final con Londres en un plazo de seis a ocho semanas. Por el momento, sin embargo, nada está resuelto y la luz al final del túnel parece cada vez más ténue.
El principal obstáculo no son las divergencias económicas o técnicas, sino las luchas dentro del Partido Conservador británico. Esa guerra intestina se intensificó después que el excanciller, el extravagante Boris Johnson, acusó a la primera ministra Theresa May de haber “capitulado” ante los 27 (miembros de la UE).
La tensión entre tories moderados y euroescépticos es tan grande que otro ex ministro conservador, Steve Baker, reveló que 80 personalidades importantes del partido podrían rebelarse contra el llamado “plan de Chequers”. Ese nombre identifica el cottage del jefe de gobierno, donde May y su equipo definieron el 6 de julio los puntos principales de la futura relación que proponen a la UE.
Ese plan propicia un Brexit “blando”: el abandono del Reino Unido del mercado común y la unión aduanera sería balanceado con la creación de una zona de libre comercio, sobre todo para los bienes industriales y los productos agrícolas.
En todo caso, la actitud negociadora de Theresa May ya le costó una crisis gubernamental y la renuncia de dos ministros, entre ellos Boris Johnson. En Europa -y en su propio país- muchos se preguntan si la primera ministra será capaz de llegar hasta el final del proceso o será “abatida” en el camino por sus propios correligionarios.
En Panorama, un programa de televisión que será difundido esta noche (lunes), May se proclamó “irritada” por el debate sobre el liderazgo de su partido.
Los partidarios más fervientes del Brexit argumentan que, si no se llega a un acuerdo, nada sería catastrófico. En ese caso, afirman, se aplicarían en forma automática las barreras aduaneras de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Los defensores de un Brexit “hiperblando” quisieran que el Reino Unido deje el bloque, pero siga ligado a muchos de sus mecanismos, pero el Partido Laborista rechaza esa posibilidad. Por fin queda la posibilidad de un nuevo referendo, hipótesis defendida por el Partido Liberal y otros muchos “remainers” (anti-Brexit).