La pandemia de coronavirus ha afectado la economía mundial a un nivel casi irreparable; se han perdido empleos y la reducción de sueldos ha perdurado pese a las recomendaciones gubernamentales.
De acuerdo con información de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, hasta septiembre de 2020 en México ya se habían perdido 344 mil 742 puestos, de los cuales, la mayoría eran ocupados por jóvenes de entre 20 y 29 años y, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, se calcula que para diciembre del año pasado, 440 mil 047 jóvenes de 15 a 29 años perdieron su empleo formal y no lograron recuperarlo.
Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas) piensa que la vulnerabilidad de la juventud está más expuesta que nunca: “La pandemia vino a hacer más evidente que los más prescindibles y los más vulnerables son los más jóvenes. A las empresas e instituciones se les hace más fácil cortar a un joven que cortar a un trabajador con más experiencia o que acumuló determinados derechos. Como esos jóvenes normalmente son contratados de una manera precaria, sin muchos derechos, pues es más fácil cortarlos”, afirmó.
Por otro lado, gran parte de las generaciones de universitarios egresados en 2020 permanecen en un “limbo” donde el título, la cédula y en general los trámites no avanzan para darles oportunidad de empleo. Así lo enmarcaron algunos testimonios de jóvenes que sufrieron esta pérdida, entrevistados por Zedryk Raziel, reportero de Animal Político.
“Yo siento que ni siquiera me he graduado, y más porque ni siquiera estoy ejerciendo, y al contrario, también siento que estoy yendo para atrás, o sea, salí de la universidad con todo el vuelo, pero ahora sí ya pasaron muchos meses y ya ni siquiera soy la generación que se acaba de graduar. Ahora, con la pandemia, (aumenta) la competencia, se siguen graduando personas y yo me quedé sin chamba al principio, no he conseguido (trabajo) de arquitecta, y se siguen graduando más. Entonces estoy como en un limbo oscuro, de los olvidados”, describe Jimena Castillejos, de 26 años, quien pareciera va a cumplir un año de graduada sin ejercer su profesión.
“Empecé a buscar trabajo por la misma situación y simplemente no había. No es que no buscara, no es que no preguntara: no había en ningún lado, y era preocupante, porque a mis compañeros les preguntaba si sabían de algo, y a la mayoría nos habían dejado exactamente igual: sin sueldo o sin trabajo. Fui a un par de entrevistas, la mayoría con sueldos muy, muy bajos.”, expresó Jeannine Rico de 25 años, quien antes de terminar su carrera de Arquitectura había asegurado un empleo en el lugar donde hizo prácticas con un pago de 2 mil pesos mensuales. Tras la crisis sanitaria no solo se perdió la idea del trabajo formal, sino que también dejaron de pagarle.
Otro caso fue el de Hugo Pérez, también de 25 años, concluyó su bachillerato con especialidad en mecánica automotriz. Por diez meses estuvo buscando trabajo de guardia de seguridad o de limpiador, incluso intentó abrir una verdulería en su colonia, pero su negocio no prosperó.
“Después de pasar una situación tan crítica durante casi un año, lo único que te queda es aguantar y agarrar experiencia de ahí (…) En lo personal, a lo mejor sí me deprimió un poco, me dio tristeza saber que no hay trabajo, pero, si se te cierra una puerta, una ventana se te abre”, aseguró Hugo.
Hasta el momento no se tiene la certeza de un plan de acción por parte de las autoridades respecto al tema, sin embargo, sí se tienen panoramas al respecto. Los expertos dicen que tomará al menos cinco años recuperar los empleos, pues los programas gubernamentales “no resuelven el problema”, como lo aseguró El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP)
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