A lo largo de este año, el mundo ha visto en redes una serie de videos en donde, al menos los amantes de los musicales, podíamos emocionarnos con algunos regresos de obras icónicas a nivel mundial, como Wicked, El rey león, entre otros. Subían a sus cuentas de Instagram, videos en donde todo el elenco se reencontraba después de casi año y medio y hacía una mesa de lectura.
Las mesas de lecturas se suelen hacer el primer día de ensayos. Es un momento en donde todo el elenco se sienta por primera vez a leer el libreto, sin saber nada de él, con las primeras intuiciones que como actor tienes del personaje (a veces acertadas y muchas veces erróneas), y así, todos los integrantes del proyecto tienen la oportunidad de escuchar la historia completa en la voz de sus protagonistas, y se rompe el hielo para empezar a trabajar. Es una especie de tradición en teatro, cine y TV que, a mí en lo personal, me genera muchos nervios. La primera impresión es importante.
Lo particular de estas lecturas fue que se efectuaron en temporadas que ya llevaban años, incluso décadas en cartelera, cosa que nunca ocurre. El video de la lectura de El rey león que se hizo en Londres se volvió viral en redes, y la emoción con la que Rafiki cantaba las primeras notas del Ciclo sin fin, calaron los huesos y enchinaron cada poro de la piel de los que estaban presentes en esa sala, y por supuesto, de los que lo vimos por Instagram. Dudo que haya un miembro del gremio teatral que no haya sentido un alivio al pensar que el teatro estaba regresando y anhelando poder volver a formar parte de algo así.
Este lunes pasado tuve la fortuna de vivirlo aquí en Madrid. Conociendo al elenco por primera vez, tuvimos esa lectura y la emoción se desbordó desde el primer segundo hasta el último, llenando de lágrimas a más de un actor que incluso llevaba en la obra desde hacía media década, haciéndolo sentir como si fuera la primera vez.
La pandemia nos ha traído muchas cosas malas a nuestras vidas, pero ha regalado otras, como el valorar lo que teníamos y disfrutar de cada pequeño detalle que dábamos por sentado. Cada lágrima de los actores se volvió un rayo de esperanza y alivio para los que por desgracia nos vimos despojados de lo que más nos gusta hacer en la vida. Cada nota se cantó por todos ellos, esperando que ese rayo de esperanza toque cada uno de los corazones de los que aún esperan ese llamado para volver a trabajar, para volver a sentir que la vida es la de antes. Para volver a ser felices.