Hay dos mujeres sonorenses que marcaron la cinematografía mexicana: “La primera es María Félix y la segunda es Isela Vega, porque no creo que haya nadie de ciertas generaciones que no conozcan su trabajo”, dice Roberto Fiesco.
El director y productor mexicano presentó en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara 2015 Isela Vega. ¡Viva Vega!, un libro que a través de una entrevista narra la vida frente y detrás de las cámaras de la actriz, su papel dentro de la cinematografía nacional y el rol de las mujeres en el cine nacional.
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“Isela es una actriz que atravesó la segunda mitad del siglo XX y llegó hasta a nosotros con una técnica actoral absolutamente vigente. Desde su debut como actriz en Tres triste tigres hasta la última película que hizo, Cindy la regia, recorrió un mundo de personajes protagónicos femeninos, sobre todo en la década de los años setenta que la convierten en un personaje icónico, un mito cinematográfico”.
Isela Vega falleció la madrugada de este miércoles 10 de marzo a los 81 años. Apenas en febrero se le detectó un cáncer y recibió tres quimioterapias antes de perder la batalla. Su nombre aparece en más de 100 créditos de películas, telenovelas y series de televisión que realizó en más de 60 años como actriz.
Ganó cinco premios Ariel, y en 2017 recibió el Ariel de Oro en reconocimiento a su trayectoria artística. Porque el trabajo de Isela Vega no se limitó únicamente a lo actoral.
“Es una de las cuatro mujeres en este país que han sido productoras, directoras, guionistas y protagonistas de una misma película. Y en su caso fueron dos: Los amantes del señor de la noche y Una gallina muy ponedora. Las otras fueron María Elena Velasco, Mimí Derba y Adela Sequeyro, y eso la coloca en un lugar muy interesante”, dice Fiesco.
En el set de filmación no había toma que no fuera antecedida por un chiste o un momento de risas, recuerda Cassandra Ciangherotti, quien compartió con Isela Vega en Las horas contigo.
“Hacía chistes todo el tiempo, era su manera de combatir las tristezas, adversidades e inminencias de la vida. En principio creí que me sentiría intimidada de trabajar con actrices de semejante calibre (María Rojo fue parte de esta cinta), pero Isela siempre me hizo sentir que éramos un equipo, que estábamos en esto. Era muy cálida y cabrona a su manera”, recuerda.
Su presencia era imponente, recuerda Roberto Fiesco: “Era una mujer felina, como estas mujeres que te miden un poco, te acechan y ven quién eres para ver si te dan un zarpazo o lengüetazo”.
Pero la vida de Isela Vega fue más allá del cine. Su carrera inició como modelo cuando tenía 18 años. Esa imagen de mujer poderosa e imponente evolucionó hasta convertirse en un símbolo sexual a finales de los años sesenta y la década de los setenta. Su belleza y talento cautivaron de tal forma que se convirtió en la primera mujer latina que apareció en la revista Playboy. Y ese poderío lo llevó al cine, donde refrendó la fortaleza y libertad femenina.
“Isela Vega irrumpe en la cinematografía nacional en un momento donde todavía se vive la añoranza de la época de cine de oro, donde aún quedan rezagos del macho mexicano. Y ella se atreve a interpretar otro tipo de personajes que ejercen su sexualidad. Y eso representa ella: la libertad del ejercicio de la sexualidad, que en el contexto actual que vivimos me parece sumamente valioso”, señala Gerardo Gil Ballesteros, crítico y columnista de El Sol de México.
Entre los últimos proyectos que Isela Vega realizó está su participación en la tercera temporada de La casa de las flores, dirigida por Manolo Caro; Dora y la ciudad perdida, producción hollywoodense donde compartió créditos con Eugenio Derbez; y Like, la leyenda, telenovela de Televisa. La actriz se encontraba en preparación para participar en Limbo, la película que Alejandro González Iñárritu comenzó a filmar la semana pasada en la Ciudad de México.
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