Óscar Chávez estaba seguro que para un músico el tiempo era el mejor juez. Pero el Caifán Mayor no estaba muy seguro si las canciones que compuso durante décadas y que pasaron de generación en generación recibirían un veredicto positivo o negativo por parte del público.
“Los tiempos cambian y por lógica la música también. Se transforma como la vida. Siempre hay música buena y mala. Si lo haces bien, qué bueno, pero si lo que haces no tiene el valor que uno pretende solito se olvida. Se quedará lo que vale la pena y lo que no, no se quedará”, decía el cantante en una entrevista con El Sol de México en noviembre de 2017.
Tras su muerte el día de hoy a los 85 años de edad, víctima del Covid-19, el público recuerda a Oscar Chávez por su manera de ilustrar la realidad a través de sus letras; por esa poderosa e inconfundible voz que quedó grabada en decenas de discos.
Pero el nombre de Oscar Chávez trascendió también en el séptimo arte. El oficio más antiguo del mundo, Las cadenas del mal, Santa y María de mi corazón fueron algunas historias en las que participó. Pero fue en Los Caifanes, junto a Julissa, Enrique Álvarez Félix y Ernesto Gómez Cruz, donde su figura sería recordada con mayor fuerza, siendo una de las historias clásicas del cine mexicano.
“Quién iba a imaginarse que perdurara tanto ese trabajo y esa película. Qué bueno para nosotros que la película haya recibido la importancia que ahora tiene, de por sí me da una enorme satisfacción, gusto que ese trabajo que hicimos hace 50 años todavía tenga vigencia”, recordaba en 2017 cuando la cinta cumplió cinco décadas.
Los Caifanes, además de ser un dibujo sobre la juventud de los años sesenta, también era un retrato sobre la Ciudad de México. Para el cantante, la película era un buen recuerdo sobre los buenos tiempos que se vivían en aquella época: “Pero ahora ya es otra ciudad, evidentemente; después de 50 años ya nos la cambiaron toda, así es”, decía.
“Hace 50 años esta ciudad tenía unos 15 millones de habitantes. Y ahora son como tres veces más. ¿Cómo no van a cambiar las cosas así? Y seguirán transformándose conforme pase el tiempo; la esperanza es que esos cambios sean para bien. Y la mejor manera de hacerlo es trabajando positivamente en la medida en que todos podamos, que no se hagan tonterías y barbaridades como se han venido haciendo”, afirmaba entonces.
Aunque sabía del reconocimiento que el público mexicano tenía en su música y su voz, el intérprete de Macondo y La Mariana sólo presumía su forma positiva de ver la vida: “La pretensión en mi caso es ser optimista en medio de tantos atardeceres”, pues sabía que aún tenía muchas cosas por hacer en su carrera.
Tan sólo en marzo de 2019 debutó por primera vez en el escenario del Vive Latino: “Me da mucho gusto que me hayan invitado a este festival. Sobre todo porque la gran mayoría (de los cantantes y asistentes) son bastante más jóvenes que yo, son de otras generaciones diferentes a la mía”, comentaba brevemente. Cuatro meses después, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México lo reconoció como Patrimonio Cultural Vivo de la Ciudad de México.
Para Óscar Chávez, la mejor satisfacción que podía tener después de tantos años de carrera y tantos reconocimientos era poder seguir dedicándose a la música: “Lo sigo haciendo y lo seguiré haciendo hasta que la energía me lo permita”.
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