Con una cabeza rapada, que simbolizaba una rebelión en contra de una industria que pretendía encasillarla en el molde de la estrella pop ochentera, y una voz que es calificada como dulce y sensible por los expertos, Sinéad O´Connor es recordada como un referente en la escena del pop.
La cantante falleció este miércoles por causas hasta el momento no reveladas, con tan sólo 56 años de edad, bajo el nombre de Shuhada Sadaqat, el cual adoptó tras haberse convertido al islamismo en 2018.
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Su muerte ocurre 18 meses después del suicidio de su hijo Shane de 17 años. O’Connor lidió con problemas de salud mental toda su vida. En 2003 le diagnosticaron un trastorno bipolar, acompañado con episodios de depresión.
“Ella hace su propio molde, es una mujer combativa que rompe la industria”, explica en entrevista el autor y periodista musical, Luis Carrillo.
“Es escandalosa, no por lo sexual, sino por las convicciones que trae, derivadas de traumas de la infancia, de un maltrato brutal que ella misma confiesa. Más que hacerlo consciente, saca la vena y saca la parte emocional en sus canciones”.
Su interés por la música inició desde una edad temprana, luego de haber atravesado por violencia por parte de su madre -quien falleció en un accidente de auto, cuando la artista tenía 18 años-, y haber sido enviada por su padre a un reformatorio debido a su mentalidad rebelde.
Fue ahí donde despertó en ella el gusto por el canto, y a mediados de los ochenta dejaría sus estudios para formar el grupo “Ton Ton Macoute”, donde colaboró con el músico The Edge, de la banda U2.
“Estaba muy joven, no estaba realmente lista para ser una estrella pop, porque no encajaba en el molde. Era más una punk, no me fijé como meta ser una estrella de pop”, comentó en su momento la cantante sobre sus inicios a un matutino estadounidense.
Carrillo considera que desde sus primeros trabajos, reflejaba “una personalidad distinta en la industria musical, parte de su capacidad de mezclar la música tradicional irlandesa a una forma pop”.
“Lo hizo dejando ver un poco de sus raíces religiosas, y el contexto de su cultura. Deja una personalidad artística llena de alma, vulnerabilidad y rabia, muy distinta a las estrellas femeninas pop del momento”.
Su camino como solista empezó con el álbum “The lion and the cobra” (lanzado en 1987), el cual le otorgó su primera oportunidad tocando en el escenario de los Premios Grammy, interpretando la canción “Mandinka”.
Pero su salto a la fama se dio en 1990, con el lanzamiento de “Nothing compares 2 U”. Dicho tema, incluido en su álbum “Do not want what I haven't got”, fue escrito por Prince para su proyecto The family.
Tras ser interpretado por la irlandesa encabezó la lista Billboard Alternative Songs durante cuatro semanas consecutivas, y le valió un Grammy como Mejor Música Alternativa en 1991, aunque ella no asistió a la ceremonia, y en su lugar envió una carta criticando al certamen por sólo apoyar el lado comercial de la música.
“Lo que hace única su versión son varios factores. El órgano en la producción, el eco en su voz, que evoca mucho a sus antecedentes gospel, de un tono más religioso”, refiere Luis Carrillo, quien califica el video del tema como una “conversación visual que impactó mucho a la audiencia”.
“Es una interpretación que deja ver solamente ella, hay cierta soledad en su interpretación y su versión, que la hace única. Parece que uno experimenta la canción con ella, y con nadie más”, agregó.
UN AUGE EFÍMERO
A partir de ese momento lanzó alrededor de ocho discos (el último lo hizo en 2014, bajo el título “I´m not bossy, I´m the boss), aunque ya no recibieron tanto reconocimiento, debido a una polémica que protagonizó en el programa “Saturday night live” en 1992.
En vez de interpretar su éxito, entonó un cover de “War” de Bob Marley, sin haberle avisado previamente a la producción. Al final, tomó una fotografía del entonces papa, Juan Pablo II, y la rompió en varios pedazos, finalizando con la frase “combate al verdadero enemigo”.
Esta acción fue una protesta en contra de los crecientes casos de abuso sexual y pederastia dentro de la iglesia católica, algo que en opinión de la crítica fue tan contundente que detuvo su ascenso en la industria.
“Le trajo consecuencias muy adversas en cuanto al éxito, no era una sociedad tan abierta para aceptar un desplante de ese tipo, aunque había una carga importante de verdad en lo que estaba denunciando”, opinó Carrillo.
Posteriormente, Sinéad protagonizó un desencuentro con Prince, derivado de una lucha por atribuirse el éxito de “Nothing compares 2 U”. Según narró en su autobiografía, el intérprete de “Purple rain” se molestó porque ella se negó a ser su protegida y dejar su carrera prácticamente en sus manos, lo que los llevó a un enfrentamiento físico.
“Para mí fue aterrador, porque era muy joven y no sabía dónde estaba”, narró al respecto la cantante, quien logró salir de ese altercado tocando a la puerta de un vecino para pedir su ayuda.
El fotógrafo Fernando Aceves, pionero en la fotografía de conciertos en México opinó que lejos de estas polémicas, para conocer a fondo quién fue ella como cantante, es necesario hacer un recorrido por su discografía completa, e ir analizando lo que hay detrás de sus letras.
“Habría que irse desde su primer disco e ir avanzando. Eso ayuda a comprender muchas cosas, muchas de las circunstancias que como artista proyectaba a través de su música”.
UNA DIVA SIN IGUAL
Ambos expertos coinciden en que Sinéad se alejaba completamente de los cánones de las estrellas pop de la época, no era tan sexualizada como Madonna, ni tan pop como Paula Abdul, y su personalidad siempre estuvo marcada por una relación complicada con su salud mental.
“Su estilo fue definitivamente influyente en muchas cantantes que llegaron años después, y desgraciadamente cayó en depresión. Recuerdo cuando iba a venir a Cumbre Tajín (en 2012) que terminó cancelando por un cuadro depresivo”, comenta Fernando Aceves.
De hecho, la única vez que pisó México fue en 1993, cuando vino "como corista de Peter Gabriel en la gira del álbum US. En aquella ocasión Sinead O'Connor fue al Tianguis del Chopo. Sólo un chavo la reconoció y le pidió un autógrafo en un disco pirata que compró", según narra el locutor Iván Nieblas en sus redes sociales.
Su mayor distintivo sin duda fue su cabeza rapada, look que adoptó luego de un encuentro con ejecutivos de su disquera. “Llegué a una reunión con un peinado mohicano, y me pidieron que me dejara crecer el cabello, me colocara una falda y tacones. Y no era yo”, recordaba la artista en una entrevista.
“Cuando le dije a mi manager me propuso rasurarme el cabello. Crucé la calle, y fui a una barbería irlandesa, había un joven que no quería hacerlo. Le llamaba a su papá, tratando de convencerme de no hacerlo, después de que lo hicimos y grabé el video de “Nothing compares 2U” fui a verlo, y estaba muy molesto”, añadió.
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Ese levantamiento en contra de los cánones de belleza de la época fue parte de ese carácter emocional e intuitivo que, de acuerdo con Luis Carrillo, poseía la intérprete. En su opinión, pasará a la historia de la música como una mujer capaz de retratar el caos.
“Su vida fue muy caótica con esta parte del éxito y del derrumbe de su carrera, hizo varios discos más pero ya no tuvieron esa cuestión mediática. Y caótica al final con la muerte de su hijo (el 7 de enero de 2022), es una mujer que como pocas ha retratado y ha puesto en las partituras esa parte”.